Pintura y poesía

Pintura y poesía

jueves, 26 de diciembre de 2019

Muriel Rukeyser. Effort at Speech Between Two People (Esfuerzo para entablar un diálogo).


Mujer de ojos tristes
Óleo sobre lienzo
Mónica Fernández Berlanga (México, 1978).

 :  Speak to me.          Take my hand.            What are you now?
   I will tell you all.          I will conceal nothing.
   When I was three, a little child read a story about a rabbit
   who died, in the story, and I crawled under a chair    :
   a pink rabbit    :    it was my birthday, and a candle
   burnt a sore spot on my finger, and I was told to be happy.

:  Oh, grow to know me.        I am not happy.        I will be open:
   Now I am thinking of white sails against a sky like music,
   like glad horns blowing, and birds tilting, and an arm about me.
   There was one I loved, who wanted to live, sailing.

:  Speak to me.        Take my hand.        What are you now?
   When I was nine, I was fruitily sentimental,
   fluid    :    and my widowed aunt played Chopin,
   and I bent my head on the painted woodwork, and wept.
   I want now to be close to you.        I would
   link the minutes of my days close, somehow, to your days.

:  I am not happy.          I will be open.
   I have liked lamps in evening corners, and quiet poems.
   There has been fear in my life.          Sometimes I speculate
   On what a tragedy his life was, really.

:  Take my hand.          Fist my mind in your hand.          What are you now?
   When I was fourteen, I had dreams of suicide,
and I stood at a steep window, at sunset, hoping toward death   :
   if the light had not melted clouds and plains to beauty,
   if light had not transformed that day, I would have leapt.
   I am unhappy.          I am lonely.          Speak to me.

:  I will be open.          I think he never loved me:
   He loved the bright beaches, the little lips of foam
   that ride small waves, he loved the veer of gulls:
   he said with a gay mouth: I love you.          Grow to know me.

:  What are you now?          If we could touch one another,
   if these our separate entities could come to grips,
   clenched like a Chinese puzzle . . . yesterday
   I stood in a crowded street that was live with people,
   and no one spoke a word, and the morning shone.
   Everyone silent, moving. . . . Take my hand.          Speak to me.



Habla. Tómame de la mano. ¿Qué eres tú ahora?
Te diré todo. No ocultaré nada.
Cuando yo tenía tres años, un niñito leyó la historia de un conejo
que moría, en la historia, y yo me oculté debajo de una silla;
un conejo rosado: era mi cumpleaños, y la llama de una vela
me quemó dolorosamente en un dedo, y me dijeron que fuera feliz.

Oh, trata de conocerme. No soy feliz. Seré sincera:
ahora pienso en velas blancas contra un cielo como música,
como alegres cuernos de caza, y pájaros levantando vuelo, y un brazo rodeándome.
Hubo alguien a quien amé, que quería vivir, navegando.

Habla. Tómame de la mano. ¿Qué eres tú ahora?
A los nueve años fui gozosamente sentimental,
fluída: y mi tía viuda tocaba Chopin,
y yo inclinaba mi cabeza sobre la madera trabajada y pintada, y lloraba.
Ahora quiero estar a tu lado. Me gustaría
unir de algún modo los minutos de mis días con tus días.

No soy feliz. Seré sincera.
He amado los focos de las esquinas del atardecer, y calmos poemas.
Ha habido temor en mi vida. Algunas veces medito
sobre qué tragedia fue mi vida, realmente.

Tómame de la mano. Aprieta mi mente en el puño de tu mano. ¿Qué eres tú ahora?
A los catorce años tenía sueños suicidas,
y me estaba junto a una alta ventana, al atardecer, esperando la muerte:
si la luz no hubiera disuelto nubes y llanuras en belleza,
si la luz no hubiese transformado ese día, hubiese dado el salto.
Soy desdichada. Estoy sola. Háblame.

Seré sincera. Creo que él nunca me amó:
amaba las playas luminosas, los labios de espuma
sobre las pequeñas olas, amaba el vuelo de las gaviotas.
Alegremente decía: Te amo. Trata de conocerme.

¿Qué eres tú ahora? Si pudiéramos tocarnos,
si estas nuestras separadas entidades pudieran estrecharse,
compenetrarse como las piezas de un rompecabezas chino... ayer
me encontré en una calle atestada, viva de gente,
y nadie decía una palabra, y la mañana brillaba.
Todos, en silencio, en movimiento... Tómame de la mano. Háblame.

Traducción: Alberto Girri

Muriel Rukeyser (Estados Unidos, 1913 – 1980).

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