Pintura y poesía

Pintura y poesía

miércoles, 30 de septiembre de 2015

Arcipreste de Hita. El poder del dinero (de El Libro de Buen Amor).

El cambista y su mujer
Quentin Massys
Óleo sobre tabla
Museo del Louvre, París, Francia.


Hace mucho el dinero, mucho se le ha de amar;
al torpe hace discreto, hombre de respetar,
hace correr al cojo, al mudo le hace hablar;
el que no tiene manos bien lo quiere tomar.
Aun el hombre necio y rudo labrador
dineros le convierten en hidalgo doctor;
cuanto más rico es uno, más grande es su valor,
quien no tiene dineros no es de sí señor.

Si tuvieres dinero tendrás consolación,
placeres y alegrías y del Papa ración,
ganarás Paraíso, ganarás salvación:
donde hay mucho dinero hay mucha bendición.

Yo vi en corte de Roma, do está la Santidad,
que todos al dinero tratan con humildad,
con grandes reverencias, con gran solemnidad;
todos a él se humillan como a la Majestad.

Creaba los priores, los obispos, abades,
arzobispos, doctores, patriarcas, potestades;
a los clérigos necios dábales dignidades,
de verdad hace mentiras; de mentiras, verdades.

Hacía muchos clérigos y muchos ordenados,
muchos monjes y monjas, religiosos sagrados,
el dinero les daba por bien examinados:
a los pobres decían que no eran ilustrados.

Ganaba los juicios, daba mala sentencia,
es del mal abogado segura mantenencia,
con tener malos pleitos y hacer mala avenencia:
al fin, con los dineros se borra penitencia.

El dinero quebranta las prisiones dañosas,
rompe cepos y grillos, cadenas peligrosas;
al que no da dinero le ponen las esposas.
¡Hace por todo el mundo cosas maravillosas!

He visto maravillas donde mucho se usaba:
al condenado a muerte la vida le otorgaba,
a otros inocentes, muy luego los mataba;
muchas almas perdía, muchas almas salvaba.

Hace perder al pobre su cabaña y su viña,
sus muebles y raíces, todo lo desaliña;
por todo el mundo anda su sarna. y su tiña;
donde el dinero juega allí el ojo guiña.

El hace caballeros de necios aldeanos,
condes y ricos hombres de unos cuantos villanos,
con el dinero andan los hombres muy lozanos,
cuantos hay en el mundo le besan hoy las manos.

Vi que tiene el dinero las mayores moradas,
altas y muy costosas, hermosas y pintadas;
castillos, heredades y villas torreadas
al dinero servían, por él eran compradas.

Comía los manjares de diversas naturas,
vestía nobles paños, doradas vestiduras,
muchas joyas preciosas, bagatelas y holguras,
ornamentos extraños, nobles cabalgaduras.

Yo he visto a muchos monjes en sus predicaciones
denostar al dinero y a las sus tentaciones,
pero, al fin, por dinero otorgan los perdones,
absuelven los ayunos y ofrecen oraciones.

Aunque siempre lo insultan los monjes por las plazas,
guárdanlo en el convento, en vasijas y en tazas,
tapan con el dinero agujeros, hilazas;
más escondrijos tienen que tordos y picazas.
Dicen frailes y clérigos que aman a Dios servir,
mas si huelen que el rico está para morir
y oyen que su dinero empieza a retiñir,
por quién ha de cogerlo empiezan a reñir.

Clérigos, monjes, frailes no toman los dineros,
pero guiñan el ojo hacia los herederos
y aceptan donativos sus hombres despenseros;
mas si se dicen pobres,  ¿para qué tesoreros?
Allí están esperando el más rico madero;
al que aún vive recitan responsos, ¡mal agüero!
Cual los cuervos al asno le desuellan el cuero:
-Cras, cras, le llevaremos, que ya es nuestro por fuero!

Toda mujer del mundo, aunque dama de alteza,
págase del dinero y de mucha riqueza,
nunca he visto una hermosa que quisiera pobreza:
donde hay mucho dinero allí está la nobleza.

El dinero es alcalde y juez muy alabado,
es muy buen consejero y sutil abogado,
alguacil y merino, enérgico, esforzado;
de todos los oficios es gran apoderado.
En resumen lo digo, entiéndelo mejor:
el dinero es del mundo el gran agitador,
hace señor al siervo y siervo hace al señor;
toda cosa del siglo se hace por su amor.

Por dineros se muda el mundo y su manera
toda mujer cuando algo desea es zalamera,
por joyas y dineros andará a la carrera;
el dar quebranta peñas, hiende dura madera.
Deshace fuerte muro y derriba gran torre,
los cuidados y apuros el dinero socorre,
hace que del esclavo la esclavitud se borre;
de aquel que nada tiene, el caballo no corre.
Las cosas que son graves hácelas de ligero;
por tanto, con la vieja sé franco y lisonjero,
ya sea poco o mucho, no vaya sin logrero:
no me pago de chanzas donde no anda el dinero.

Si no le dieras nada, cosa mucha ni poca,
sé franco de palabra, sin decir frase loca;
si no hay miel en la orza, que la haya en la boca;
mercader que esto hace vende bien y bien troca.


Arcipreste de Hita (España, 1284 – 1351)

martes, 29 de septiembre de 2015

Gabriel Celaya. La poesía es un arma cargada de futuro.

Sin título
Alexei Cutido Peña y Julio César Hernández Machado
Pintura mural.
Dirección Municipal de Cultura, Palma Soriano, Cuba.

Cuando ya nada se espera personalmente exaltante,
Mas se palpita y se sigue más acá de la conciencia,
Fieramente existiendo, ciegamente afirmado,
Como un pulso que golpea las tinieblas,

Cuando se miran de frente
Los vertiginosos ojos claros de la muerte,
Se dicen las verdades:
Las bárbaras, terribles, amorosas crueldades.

Se dicen los poemas
Que ensanchan los pulmones de cuantos, asfixiados,
Piden ser, piden ritmo,
Piden ley para aquello que sienten excesivo.

Con la velocidad del instinto,
Con el rayo del prodigio,
Como mágica evidencia, lo real se nos convierte
En lo idéntico a sí mismo.

Poesía para el pobre, poesía necesaria
Como el pan de cada día,
Como el aire que exigimos trece veces por minuto,
Para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.

Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan
Decir que somos quien somos,
Nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.
Estamos tocando el fondo.

Maldigo la poesía concebida como un lujo
Cultural por los neutrales
Que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.

Hago mías las faltas. Siento en mí a cuantos sufren
Y canto respirando.
Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas
Personales, me ensancho.

Quisiera daros vida, provocar nuevos actos,
Y calculo por eso con técnica qué puedo.
Me siento un ingeniero del verso y un obrero
Que trabaja con otros a España en sus aceros.

Tal es mi poesía: poesía-herramienta
A la vez que latido de lo unánime y ciego.
Tal es, arma cargada de futuro expansivo
Con que te apunto al pecho.

No es una poesía gota a gota pensada.
No es un bello producto. No es un fruto perfecto.
Es algo como el aire que todos respiramos
Y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos.

Son palabras que todos repetimos sintiendo
Como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado.
Son lo más necesario: lo que no tiene nombre.
Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos.

Gabriel Celaya (España, 1911 - 1991)


lunes, 28 de septiembre de 2015

Rubén Darío. Propósito primaveral.

El aliento de la primavera
Marko Murat
Óleo sobre lienzo
Museo Nacional de Serbia

A Vargas Vila.

A saludar me ofrezco y a celebrar me obligo
tu triunfo, Amor, al beso de la estación que llega
mientras el blanco cisne del lago azul navega
en el mágico parque de mis triunfos testigo.

Amor, tu hoz de oro ha segado mi trigo;
por ti me halaga el suave son de la flauta griega,
y por ti Venus pródiga sus manzanas me entrega
y me brinda las perlas de las mieles del higo.

En el erecto término coloco una corona
en que de rosas frescas la púrpura detona;
y en tanto canta el agua bajo el boscaje oscuro,

junto a la adolescente que en el misterio inicio
apuraré, alternando con tu dulce ejercicio,
las ánforas de oro del divino Epicuro.

Rubén Darío (Nicaragua, 1867 – 1926)

domingo, 27 de septiembre de 2015

Nicolás Guillén. Mariposa.

Mariposas en primavera
Anikó Zsabó
Argentina

Quisiera
hacer un verso que tuviera
ritmo de Primavera;
que fuera
como una fina mariposa rara,
como una mariposa que volara
sobre tu vida, y cándida y ligera
revolara
sobre tu cuerpo cálido de cálida palmera
y al fin su vuelo absurdo reposara
–tal como en una roca azul de la pradera–
sobre la linda rosa de tu cara…

Quisiera
hacer un verso que tuviera
toda la fragancia de la Primavera
y que cual una mariposa rara
revolara
sobre tu vida, sobre tu cuerpo, sobre tu cara.

Nicolás Guillén (Cuba, 1902 – 1989)

sábado, 26 de septiembre de 2015

Jaime Torres Bodet. La primavera de la aldea.

Primavera en Borgato
Marino di Fazio
Italia

La primavera de la aldea
bajó esta tarde a la ciudad,
con su cara de niña fea
y su vestido de percal.

Traía nidos en las manos
y le temblaba el corazón
como en los últimos manzanos
el trino del primer gorrión.

A la ciudad la primavera
trajo del campo un suave olor
en las tinas de la lechera
y las jarras del aguador…

Jaime Torres Bodet (México, 1902 – 1994)

viernes, 25 de septiembre de 2015

Gabriela Mistral. Doña Primavera.

Windflowers (o Windswept)
John William Waterhouse
Óleo sobre tela
Colección privada

Doña Primavera
viste que es primor,
viste en limonero
y en naranjo en flor.

Lleva por sandalias
unas anchas hojas,
y por caravanas
unas fucsias rojas.

Salid a encontrarla
por esos caminos.
¡Va loca de soles
y loca de trinos!

Doña Primavera
de aliento fecundo,
se ríe de todas
las penas del mundo…

No cree al que le hable
de las vidas ruines.
¿Cómo va a toparlas
entre los jazmines?

¿Cómo va a encontrarlas
junto de las fuentes
de espejos dorados
y cantos ardientes?

De la tierra enferma
en las pardas grietas,
enciende rosales
de rojas piruetas.

Pone sus encajes,
prende sus verduras,
en la piedra triste
de las sepulturas…

Doña Primavera
de manos gloriosas,
haz que por la vida
derramemos rosas:

Rosas de alegría,
rosas de perdón,
rosas de cariño,
y de exultación.

Gabriela Mistral (Chile, 1889 - 1957).



1945

jueves, 24 de septiembre de 2015

Juana de Ibarbourou. Como la primavera.

Primavera
Laura Bellusci
Italia

Como una ala negra tendí mis cabellos
sobre tus rodillas.
Cerrando los ojos su olor aspiraste,
diciéndome luego:
-¿Duermes sobre piedras cubiertas de musgos?
¿Con ramas de sauces te atas las trenzas?
¿Tu almohada es de trébol? ¿Las tienes tan negras
porque acaso en ella exprimiste un zumo
retinto y espeso de moras silvestres?
¡Qué fresca y extraña fragancia te envuelve!
Hueles a arroyuelos, a tierra y a selvas.
¿Que perfume usas? Y riendo te dije:
-¡Ninguno, ninguno!
Te amo y soy joven, huelo a primavera.
Este olor que sientes es de carne firme,
de mejillas claras y de sangre nueva.
¡Te quiero y soy joven, por eso es que tengo
las mismas fragancias de la primavera!

Juana de Ibarbourou (Uruguay, 1892 – 1979)

miércoles, 23 de septiembre de 2015

Rafael Alberti. A Pablo Neruda, con Chile en el corazón.

Retrato de Pablo Neruda
Oswaldo Guayasamín
Óleo sobre tela

No dormiréis, malditos de la espada,
Cuervos nocturnos de sangrientas uñas,
Tristes cobardes de las sombras tristes,
Violadores de muertos.
No dormiréis.
Su noble canto, su pasión abierta,
Su estatura más alta que las cumbres,
Con el cántico libre de su pueblo
Os ahogarán un día.
No dormiréis.
Venid a ver su casa asesinada,
La miseria fecal de vuestro odio,
Su inmenso corazón pisoteado,
Su pura mano herida.
No dormiréis.
No dormiréis porque ninguno duerme.
No dormiréis porque su luz os ciega.
No dormiréis porque la muerte es sólo
Vuestra victoria.

No dormiréis jamás porque estáis muertos.

Rafael Alberti (España, 1902 – 1999)

martes, 22 de septiembre de 2015

Antonio Machado. La primavera besaba.

Primavera
Sandro Boticelli
Temple de huevo sobre tabla
Galería Uffizi, Florencia, Italia.

La primavera besaba
suavemente la arboleda,
y el verde nuevo brotaba
como una verde humareda.

Las nubes iban pasando
sobre el campo juvenil…
Yo vi en las hojas temblando
las frescas lluvias de abril.

Bajo ese almendro florido,
todo cargado de flor
-recordé-, yo he maldecido
mi juventud sin amor.

Hoy, en mitad de la vida,
me he parado a meditar…
¡Juventud nunca vivida
quién te volviera a soñar!

Antonio Machado (España, 1875 – 1939)

lunes, 21 de septiembre de 2015

Haikús de Primavera. Matsúo Bashó. Yosa Busón. Kobayashi Issa. Masoaka Shiki.

Ciruelos blancos en primavera
Ogata Körin
Témpera seca sobre papel, estilo Yamato-e
Museo de Arte MOA, Atami, Japón.

Matsúo Bashó (Japón, 1644 - 1694)

Un leve instante
se retrasa sobre las flores
el claro de luna

Por todas partes
se precipitan las flores
sobre el agua del lago

Brisa ligera
apenas tiembla
la sombra de la glicina

El crisantemo blanco
el ojo no encuentra
la menor impureza


Yosa Busón (Japón, 1715 – 1783)

No hay puente.
El sol se acuesta
en aguas primaverales.

Nada más por hoy
Debemos entrar a la primavera
Nada más

Kobayashi Issa (Japón, 1763 – 1827)

Todos en este mundo
en la cumbre de un infierno
¡A contemplar las flores!

Incluso mi sombra
En este primer amanecer de primavera
Está repleta de vigor


Masoaka Shiki (Japón, 1867, 1902)

Ola de calor
Las flores del ciruelo se dispersan
por el pedregal.

El Gran Buda soñoliento
Adormecido
Por este día primaveral




domingo, 20 de septiembre de 2015

Octavio Paz. Primavera a la vista.

La Crau con melocotoneros en flor.
Vincent Van Gogh
Óleo sobre tela
Galerías del Instituto de Courtauld, Londres, Reino Unido.

Pulida claridad de piedra diáfana,
lisa frente de estatua sin memoria:
cielo de invierno, espacio reflejado
en otro más profundo y más vacío.

El mar respira apenas, brilla apenas.
Se ha parado la luz entre los árboles,
ejército dormido. Los despierta
el viento con banderas de follajes.

Nace del mar, asalta la colina,
oleaje sin cuerpo que revienta
contra los eucaliptos amarillos
y se derrama en ecos por el llano.

El día abre los ojos y penetra
en una primavera anticipada.
Todo lo que mis manos tocan, vuela.
Está lleno de pájaros el mundo.

Octavio Paz (México, 1914 – 1998).


1990

sábado, 19 de septiembre de 2015

Nicolás Guillén. No sé por qué piensas tú.

Niña registrando a un soldado
Bansky
Graffiti, arte callejero.
Belén, Cisjordania, Palestina.

No sé por qué piensas tú,
soldado, que te odio yo,
si somos la misma cosa
yo,
tú.

Tú eres pobre, lo soy yo;
soy de abajo, lo eres tú;
¿de dónde has sacado tú,
soldado, que te odio yo?

Me duele que a veces tú
te olvides de quién soy yo;
caramba, si yo soy tú,
lo mismo que tú eres yo.

Pero no por eso yo
he de malquererte, tú;
si somos la misma cosa,
yo,
tú,
no sé por qué piensas tú,
soldado, que te odio yo.

Ya nos veremos yo y tú,
juntos en la misma calle,
hombro con hombro, tú y yo,
sin odios ni yo ni tú,
pero sabiendo tú y yo,
a dónde vamos yo y tú Y
¡no sé por qué piensas tú,
soldado, que te odio yo!

Nicolás Guillén (Cuba, 1902 – 1989)

viernes, 18 de septiembre de 2015

Pablo Neruda. Cuándo de Chile.

Cerros cordilleranos
Darío Contreras
Óleo sobre tela
Chile

Oh Chile, largo pétalo
de mar y vino y nieve,

ay cuándo
ay cuándo y cuándo
ay cuándo
me encontraré contigo,
enrollarás tu cinta
de espuma blanca y negra en mi cintura,
desencadenaré mi poesía
sobre tu territorio.

Hay hombres
mitad pez, mitad viento,
hay otros hombres hechos de agua.
Yo estoy hecho de tierra.
Voy por el mundo
cada vez más alegre:
cada ciudad me da una nueva vida.
El mundo está naciendo.
Pero si llueve en Lota
sobre mí cae la lluvia,
si en Lonquimay la nieve
resbala de las hojas
llega la nieve donde estoy.
Crece en mí el trigo oscuro de Cautín.
Yo tengo una araucaria en Villarrica,
tengo arena en el Norte Grande,
tengo una rosa rubia en la provincia,
y el viento que derriba
la última ola de Valparaíso
me golpea en el pecho
con un ruido quebrado
como si allí tuviera
mi corazón una ventana rota.

El mes de octubre ha llegado hace
tan poco tiempo del pasado octubre
que cuando éste llegó fue como si
me estuviera mirando el tiempo inmóvil.
Aquí es otoño. Cruzo
la estepa siberiana.
Día tras día todo es amarillo,
el árbol y la usina,
la tierra y lo que en ella el hombre nuevo crea:
hay oro y llama roja,
mañana inmensidad, nieve, pureza.

En mi país la primavera
viene de norte a sur con su fragancia.
Es como una muchacha
que por las piedras negras de Coquimbo,
por la orilla solemne de la espuma
vuela con pies desnudos
hasta los archipiélagos heridos.
No sólo territorio, primavera,
llenándome, me ofreces.
No soy un hombre solo.
Nací en el sur. De la frontera
traje las soledades y el galope
del último caudillo.
Pero el Partido me bajó del caballo
y me hice hombre, y anduve
los arenales y las cordilleras
amando y descubriendo.

Pueblo mío, verdad que en primavera
suena mi nombre en tus oídos
y tú me reconoces
como si fuera un río
que pasa por tu puerta?

Soy un río. Si escuchas
pausadamente bajo los salares
de Antofagasta, o bien
al sur, de Osorno
o hacia la cordillera, en Melipilla,
o en Temuco, en la noche
de astros mojados y laurel sonoro,
pones sobre la tierra tus oídos,
escucharás que corro
sumergido, cantando.

Octubre, oh primavera,
devuélveme a mi pueblo.
Qué haré sin ver mil hombres,
mil muchachas,
qué haré sin conducir sobre mis hombros
una parte de la esperanza?
Qué haré sin caminar con la bandera
que de mano en mano en la fila
de nuestra larga lucha
llegó a las manos mías?
Ay Patria, Patria,
ay Patria, cuándo
ay cuándo y cuándo
cuándo
me encontraré contigo?

Lejos de ti
mitad de tierra tuya y hombre tuyo
he continuado siendo,
y otra vez hoy la primavera pasa.
Pero yo con tus flores me he llenado,
con tu victoria voy sobre la frente
y en ti siguen viviendo mis raíces.

Ay cuándo
encontraré tu primavera dura,
y entre todos tus hijos
andaré por tus campos y tus calles
con mis zapatos viejos.
Ay cuándo
iré con Elías Lafferte
por toda la pampa dorada.
Ay cuándo a ti te apretaré la boca,
chilena que me esperas,
con mis labios errantes?
Ay cuándo
podré entrar en la sala del Partido
a sentarme con Pedro Fogonero,
con el que no conozco y sin embargo
es más hermano mío que mi hermano.
Ay cuándo
me sacará del sueño un trueno verde
de tu manto marino.
Ay cuándo, Patria, en las elecciones
iré de casa en casa recogiendo
la libertad temerosa
para que grite en medio de la calle.
Ay cuándo, Patria,
te casarás conmigo
con ojos verdemar y vestido de nieve
y tendremos millones de hijos nuevos
que entregarán la tierra a los hambrientos.

Ay Patria, sin harapos,
ay primavera mía,
ay cuándo
ay cuándo y cuándo
despertaré en tus brazos
empapado de mar y de rocío.
Ay cuando yo esté cerca
de ti, te tomaré de la cintura,
nadie podrá tocarte,
yo podré defenderte
cantando,
cuando
vaya contigo, cuando
vayas conmigo, cuándo
ay cuándo.

Pablo Neruda (Chile, 1904 – 1973).


1971