Pintura y poesía

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viernes, 14 de febrero de 2020

Anónimo (atribuido tradicionalmente a Salomón). Cantar de los cantares. Capítulo 2


Visita de la Reina de Saba al Rey Salomón (detalle). c1555.
Óleo sobre lienzo
Tintoretto, (Jacopo Comin). Venecia, 1518 – 1594.  
Museo Nacional del Prado, Madrid, España.

2:1 Yo soy el narciso de Sarón, el lirio de los valles.

El Amado
2:2 Como un lirio entre los cardos
es mi amada entre las jóvenes.

La Amada
2:3 Como un manzano entre los árboles silvestres,
es mi amado entre los jóvenes:
yo me senté a su sombra tan deseada
y su fruto es dulce a mi paladar.
2:4 Él me hizo entrar en la bodega
y enarboló sobre mí la insignia del Amor.
2:5 Reconfórtenme con pasteles de pasas,
reanímenme con manzanas,
porque estoy enferma de amor.

La apacible unión de los enamorados
2:
6 Su izquierda sostiene mi cabeza
y con su derecha me abraza.

El Amado
2:7 ¡Júrenme, hijas de Jerusalén,
por las gacelas y las ciervas del campo,
que no despertarán ni desvelarán a mi amor,
hasta que ella quiera!

Visita del Amado al llegar la primavera

Segundo canto

La Amada
2:
8 ¡La voz de mi amado!
Ahí viene, saltando por las montañas,
brincando por las colinas.
2:9 Mi amado es como una gacela,
como un ciervo joven.
Ahí está: se detiene
detrás de nuestro muro;
mira por la ventana,
espía por el enrejado.
2:10 Habla mi amado, y me dice:
"¡Levántate, amada mía,
y ven, hermosa mía!
2:11 Porque ya pasó el invierno,
cesaron y se fueron las lluvias.
2:12 Aparecieron las flores sobre la tierra,
llegó el tiempo de las canciones,
y se oye en nuestra tierra
el arrullo de la tórtola.
2:13 La higuera dio sus primeros frutos
y las viñas en flor exhalan su perfume.
¡Levántate, amada mía,
y ven, hermosa mía!
2:14 Paloma mía, que anidas
en las grietas de las rocas,
en lugares escarpados,
muéstrame tu rostro,
déjame oír tu voz;
porque tu voz es suave
y es hermoso tu semblante".

La oposición de los hermanos

Coro
2:
15 Cacen a los zorros,
a esos zorros pequeños
que arrasan las viñas,
¡y nuestras viñas están en flor!
Respuesta decidida de la Amada

La Amada
2:16 ¡Mi amado es para mí,
y yo soy para mi amado,
que apacienta su rebaño entre los lirios!
2:17 Antes que sople la brisa y huyan las sombras
¡vuelve, amado mío,
como una gacela,
o como un ciervo joven,
por las montañas de Beter!

Anónimo, atribuido tradicionalmente a Salomón. Libro de la Biblia y del Tanaj.

sábado, 23 de septiembre de 2017

Anónimo. Epitafio de Alia Potestad liberta de Aulos.

Inscripción sepulcral para Alia Potestad
Placa de mármol encontrada en la Vía Pinciana de Roma en 1912.
Museo Nacional de Arte Romano, colección epigráfica, Roma, Italia. 
Fotografía: Kleuske, commons.wikimedia.org



Dis Manib(us)
Alliae A(uli) l(ibertae) Potestatis

Hic Perusina sita est, qua non pretiosior ulla.
Femina de multis uix una aut altera uisa
sedula. Seriola parua tam magna teneris.
«Crudelis fati rector duraque Persiphone,
quid bona diripitis exuperantque mala?»
Quaeritur a cunctis, iam respondere fatigor,
dant lachrimas, animi signa benigna sui.
Fortis, sancta, tenax, insons, fidissima custos,
munda domi, sat munda foras, notissima uolgo,
sola erat ut posset factis occurrere cunctis;
exiguo sermone, inreprehensa manebat.
Prima toro delapsa fuit, eadem ultima lecto
se tulit ad quietem positis ex ordine rebus.
lana cui e manibus nuncquam sine caussa recessit,
opsequioque prior nulla moresque salubres.
Haec sibi non placuit, numquam sibi libera uisa.
Candida, luminibus pulchris, aurata capillis,
et nitor in facie permansit eburneus illae
qualem mortalem nullam habuisse ferunt,
pectore et in niueo breuis illi forma papillae.
Quid crura? Atalantes status illi comicus ipse.
Anxia non mansit, sed corpore pulchra benigno.
Leuia membra tulit, pilus illi quaesitus ubique;
quod manibus duris fuerit culpabere forsan:
nil illi placuit nisi quod per se sibi fecerat ipsa.
Nosse fuit nullum studium, sibi se satis esse putabat,
mansit et infamis, quia nil admiserat umquam.
Haec duo dum uixit iuvenes ita rexit amantes,
exemplo ut fierent similes Pyladisque et Orestae:
una domus capiebat eos unusque et spiritus illis.
Post hanc nunc idem diuersi sibi quisq(ue) senescunt;
femina quod struxit talis, nunc puncta lacessunt.
Aspicite ad Troiam, quid femina fecerit olim!
Sit precor hoc iustum exemplis in paruo grandibus uti.
Hos tibi dat uersus lacrimans sine fine patronus
muneris amissae, cui nuncquam es pectore adempta,
quae putat amissis munera grata dari,
nulla cui post te femina uisa proba est.
Qui sine te uiuit, cernit sua funera uiuos.
Auro tuum nomen fert ille refertque lacerto,
qua retinere potest auro collata Potestas.
Quantumcumq(ue) tamen praeconia nostra ualebunt,
uersiculis uiues quandiucumque meis.
Effigiem pro te teneo solacia nostri,
quam colimus sancte sertaque multa datur,
cumque at te ueniam, mecum comitata sequetur.
Sed tamen infelix cui tam sollemnia mandem?
Si tamen extiterit, cui tantum credere possim,
hoc unum felix amissa te mihi forsan ero.
Ei mihi! Vicisti: sors mea facta tua est.

Laedere qui hoc poterit, ausus quoque laedere diuos:
haec titulo insignis, credite, numen habet.


A los Manes
Alia Potestad liberta de Aulos

Aquí yace enterrada Perusina, y ninguna mujer hay más meri­toria.
Apenas una o dos, de entre muchas, parecen haber sido tan obsequiosas.
¡Tú, tan grande, guardada en una urna pequeñita! ‘
Cruel responsable del destino e implacable Perséfone,
¿por qué os lleváis lo bueno y se queda aquí lo malo?’
Todos lo preguntan y ya me canso de responder;
derraman lágrimas, signos generosos de su corazón.
Decidida, íntegra, tenaz, irreprochable, guardiana de lo más leal,
intachable en su casa, y de sobra intachable fuera de su casa, conocidísima por todos,
era la única que podía afrontarlo todo;
de conversación discreta, resultaba irreprochable.
Fue siem­pre la primera en abandonar el lecho,
y también la última en irse a descansar tras haberlo dejado todo en orden;
la lana nunca se apartó de sus manos sin una razón,
y nadie la superaba en ganas de agradar; sus costumbres eran muy saludables.
Nunca pensó en sí misma, nunca se consideró libre.
Bella, de ojos hermosos, cabellos de oro,
y conservó en su rostro una belleza de marfil
como dicen que no ha tenido nunca ninguna otra mortal;
y en su níveo pecho, el encanto de su pequeño pezón.
¿Y qué decir de sus piernas? Atalanta, su mismo porte elegante.
No anduvo siempre preocupada por su aspecto, sino que era hermosa por su grácil cuerpo.
Lucía una piel lisa, sin ningún tipo de vello;
la culparás tal vez de que tuviera las manos ásperas:
pero nada le parecía bien sino lo que ella misma hacía con sus propias manos.
No tuvo ningún interés en saber nada de nadie, pensaba que con sus asuntos ya tenía suficiente.
Y vivió sin que nadie hablara mal de ella, porque nunca hizo nada reprochable.
Mientras vivió guió de tal manera a dos jóvenes amantes,
que enseguida llegaron a ase­mejarse al modelo de Pílades y Orestes:
una misma casa los acogía y un mismo pensamiento tenían ambos.
Ahora, sin ella, alejados uno de otro, envejecen:
lo que una mujer semejante fue capaz de forjar, ahora un solo instante ha sido capaz de destruir.
Acordaos de lo que en otro tiempo fue capaz de hacer una mujer en Troya
–y os ruego que esté permitido utilizar un ejemplo grandioso para un asunto menor–.
Estos versos, llorando sin cesar, te dedica como regalo a ti,
que te has ido, tu patrono, de cuyo corazón nunca te has alejado,
ver­sos que considera un grato regalo a las personas perdidas;
tu pa­trono, a quien ninguna mujer después de ti le parece buena,
que vive sin ti y, aun estando vivo, ve ya cercana su muerte.
Él trae tu nombre, Potestad, grabado en letras de oro;
y lo lleva consigo en el brazo, para poder conservarte junto a él.
Y cuanto mejor sea mi elo­gio,
tanto más tiempo permanecerás viva en mis humildes versos.
Guardo tu imagen en vez de tu persona, como consuelo,
y la adoro y le ofrezco guirnaldas de flores
y, cuando me una a ti, me seguirá también acompañando.
Pero ¡pobre de mí!, ¿a quién voy a confiarle tan solemne encargo?
Aunque, si hubiera alguien en quien pudiera confiar,
sólo con esto, tras tu pérdida, tal vez podría ser feliz.
¡Ay de mí!, has acabado conmigo: mi suerte es la tuya.

Quien sea capaz de dañar esto, se atreverá también a dañar a los dioses.
La que en este epitafio se ensalza, creedme, tiene cate­goría divina.

Anónimo, Roma, segunda mitad del siglo II.


Fuente: Fernández Martínez, Concepción. CLE 1988: los tópicos, la literatura y la vida, Universidad de Sevilla, en: Studia Philologica Valentina, Vol. 11, n.s. 8 (2008), 153-166.


martes, 10 de enero de 2017

Anónimo. Bhagavad-Gita. 2: Samkhya yoga. (fragmento)

Krisna y Aryuna durante la batalla de Kurukshetra
Anónimo
Tapiz
Copia en un ejemplar del Majábharata (siglo XVIII a XIX)
Galería de Arte asiático Smithsonian Freer Sackler Gallery, Washington D.C. Estados Unidos.

Arjuna dijo:
2:54. ¿Cuál es el indicio de la persona que tiene calmados sus pensamientos y que se ha establecido en el Samadhi, oh Keshava? ¿Cómo habla? ¿Cómo camina y se sienta?
El Señor Krishna dijo:
2:55. Cuando una persona ha renunciado a todos los deseos sensuales, oh Partha, y, habiendo penetrado profundamente en el Atman, ha encontrado allí la satisfacción, entonces se la denomina firme en la sabiduría.
2:56. Aquel cuya mente es tranquila en medio de las aflicciones, quien es imperturbable en medio de los placeres, el miedo y la ira, quien es firme en esto, se llama muni.
2:57. Quien no está apegado a nada terrenal, quien al encontrarse con algo agradable o desagradable, no se regocija ni lo detesta, se ha establecido en el conocimiento verdadero.
2:58. Cuando esta persona desprende sus indriyas de los objetos terrenales, como una tortuga que esconde sus patas y su cabeza, entonces ha logrado la comprensión verdadera.
2:59. Aquel que se puso en el camino del desapego se libera de los objetos de los sentidos, pero no del gusto por éstos. ¡Con todo, incluso el gusto por éstos desaparece en aquel que ha conocido lo Supremo!
2:60. ¡Oh, Kaunteya! Los indriyas agitados arrastran incluso la mente de una persona perspicaz que trata de controlarlos.
2:61. ¡Después de domar todos sus indriyas, que esta persona entre en armonía proponiéndose como la Meta Más Alta el alcanzarme a Mí! ¡Pues sólo aquel que sabe controlar sus indriyas posee la comprensión verdadera!
2:62. Si uno regresa mentalmente a los objetos terrenales, entonces inevitablemente se regenera el apego a éstos. Del apego nace el deseo de tenerlos, y de la imposibilidad de satisfacer tales deseos surge la ira.
2:63. La ira causa la deformación total de la percepción, y tal deformación causa la pérdida de la memoria*. La pérdida de la memoria causa la pérdida de la energía de la conciencia. Perdiendo la energía de la conciencia, uno se degrada.
2:64. ¡No obstante, quien ha dominado sus indriyas, rechazado las ansias y la aversión y se ha dedicado al Atman obtiene la pureza interior!
2:65. Al obtener esta pureza, se pone fin al sufrimiento y la conciencia se fortalece muy pronto.
2:66. No puede poseer una conciencia desarrollada aquel que es desordenado. No hay para tal persona ni felicidad ni paz. Y sin éstas ¿acaso será posible experimentar el éxtasis?
2:67. ¡La mente de aquel que cede ante la presión de sus pasiones es arrastrada como un barco por la tormenta!
2:68. ¡Por eso, oh poderosamente armado, aquel cuyos indriyas están completamente apartados de los objetos terrenales tiene la comprensión verdadera!
2:69. Lo que es una noche para todos, para un sabio es el tiempo de estar despierto y, por el contrario, cuando el resto está despierto, llega la noche para un muni perspicaz.
2:70. Si uno no se excita por los deseos sensuales, de la misma manera como el océano no se agita por los ríos que desembocan en él, entonces obtiene la calma. Por el contrario, quien trata de cumplir sus deseos no la alcanza.
2:71. ¡Sólo aquel que ha rechazado sus deseos hasta tal grado y camina adelante siendo libre de las pasiones, de la codicia y del ego obtiene la tranquilidad!
2:72. ¡Así es el estado del Brahman, oh Partha! Quien lo ha alcanzado no se equivoca. Y quien lo alcanza, aunque sea en su última hora, obtiene el Nirvana del Brahman.

Traducción al español por Anton Teplyy, Alfredo Salazar y Eduardo Muñoz.

Anónimo, India (data inexacta entre el siglo VI a. C y el siglo II d. C.)

domingo, 16 de octubre de 2016

Anónimo. Romance de Abenámar.

Fortaleza de la Alhambra en Granada (1838)
David Roberts (Reino Unido, 1796 - 1864)
Óleo sobre lienzo
Museo caja Granada, Granada, España.

— ¡Abenámar, Abenámar,
moro de la morería,
el día que tú naciste
grandes señales había!
Estaba la mar en calma,
la luna estaba crecida,
moro que en tal signo nace
no debe decir mentira.

Allí respondiera el moro,
bien oiréis lo que diría:
—Yo te lo diré, señor,
aunque me cueste la vida,
porque soy hijo de un moro
y una cristiana cautiva;
siendo yo niño y muchacho
mi madre me lo decía
que mentira no dijese,
que era grande villanía:
por tanto, pregunta, rey,
que la verdad te diría.
—Yo te agradezco, Abenámar,
aquesa tu cortesía.
¿Qué castillos son aquéllos?
¡Altos son y relucían!

—El Alhambra era, señor,
y la otra la mezquita,
los otros los Alixares,
labrados a maravilla.
El moro que los labraba
cien doblas ganaba al día,
y el día que no los labra,
otras tantas se perdía.
El otro es Generalife,
huerta que par no tenía;
el otro Torres Bermejas,
castillo de gran valía.
Allí habló el rey don Juan,
bien oiréis lo que decía:
—Si tú quisieses, Granada,
contigo me casaría;
daréte en arras y dote
a Córdoba y a Sevilla.
—Casada soy, rey don Juan,
casada soy, que no viuda;
el moro que a mí me tiene
muy grande bien me quería.


Anónimo, España, siglo XV. 

domingo, 22 de noviembre de 2015

Anónimo (atribuido erróneamente a Walt Whitman). No te detengas o Carpe Diem.

El pintor en camino a su trabajo
Vincent Van Gogh
Óleo sobre tela
Desaparecida del Museo Kaiser Friedrich, Berlín, Alemania, 
durante la sehunda guerra mundial.

No dejes que termine el día sin haber crecido un poco,
sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte,
que es casi un deber.
No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.
No dejes de creer que las palabras y las poesías
sí pueden cambiar el mundo.
Pase lo que pase nuestra esencia está intacta.
Somos seres llenos de pasión.
La vida es desierto y oasis.
Nos derriba, nos lastima,
nos enseña,
nos convierte en protagonistas
de nuestra propia historia.
Aunque el viento sople en contra,
la poderosa obra continúa:
Tú puedes aportar una estrofa.
No dejes nunca de soñar,
porque en sueños es libre el hombre.
No caigas en el peor de los errores:
el silencio.
La mayoría vive en un silencio espantoso.
No te resignes.
Huye.
"Emito mis alaridos por los techos de este mundo",
dice el poeta.
Valora la belleza de las cosas simples.
Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas,
pero no podemos remar en contra de nosotros mismos.
Eso transforma la vida en un infierno.
Disfruta del pánico que te provoca
tener la vida por delante.
Vívela intensamente,
sin mediocridad.
Piensa que en ti está el futuro
y encara la tarea con orgullo y sin miedo.
Aprende de quienes puedan enseñarte.
Las experiencias de quienes nos precedieron
de nuestros "poetas muertos",
te ayudan a caminar por la vida
La sociedad de hoy somos nosotros:
Los "poetas vivos".
No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas ...

 Versión de Leandro Wolfson

martes, 28 de julio de 2015

Anónimo. Antigua poesía budista. La serpiente (del Sutta Nipata, traducido del pali por Fernando Tola y Carmen Dragonetti). Sutta II: Dhaniya.

Mandala Garbhadhatu, Taizo-kai o Matriz del Mundo
Tesoro nacional de Japón, período Heian
Templo Kyogoku-ji (Toji 東 寺)
Tokio, Japón.

Sutta II: Dhaniya

Diálogo entre el vaquero Dhaniya y el Bhagavant, Buda. Contraposición entre las aspiraciones del hombre común, que lo mantienen aferrado a los bienes de este mundo, y el desapego radical que caracteriza a Buda. Diálogo final entre Mara, el Maligno, que exalta el apego como fuente de placer y Buda que exalta el desapego como medio de eliminar el sufrimiento producido por el apego.

El vaquero Dhaniya:

“He cocinado mi arroz,
he ordeñado mis vacas,
vivo con los míos en la orilla del Mahï,
mi choza está techada,
mi fuego está encendido -
ahora, si lo deseas, llueve dios”.

El Bhagavant:

“Estoy libre de cólera,
libre de aridez mental,
paso sólo una noche en la orilla del Mahï
mi choza está descubierta,
mi fuego está extinguido -
ahora, si lo deseas, llueve dios”.


El vaquero Dhaniya:

“No tengo ni tábanos ni mosquitos,
mis vacas pacen en la pradera de crecidos pastos,
pueden soportar la lluvia que sobrevenga –
ahora, si lo deseas, llueve dios”.

El Bhagavant:

“He construido una balsa
firmemente ensamblada,
he cruzado, he llegado a la otra orilla,
venciendo la corriente,
ya no tengo necesidad de balsa,
ahora, si lo deseas, llueve dios”.

El vaquero Dhaniya:

“Mi pastora es dócil, honesta,
hace mucho tiempo que vive conmigo,
es agradable,
y nada malo oigo acerca de ella -
ahora, si lo deseas, llueve dios”.

El Bhagavant:

“Mi mente es dócil, liberada,
hace mucho tiempo que está disciplinada,
que está bien controlada,
mal en verdad no existe en mi -
ahora, si lo deseas, llueve dios”.

El vaquero Dhaniya:

“Me sostengo con lo que yo mismo gano,
mis hijos viven conmigo, son sanos,
y nada malo oigo acerca de ellos -
ahora, si lo deseas, llueve dios”.

El Bhagavant:

“No soy servidor de nadie,
con lo que he ganado voy por todo el mundo,
ya no tengo necesidad de paga -
ahora, si lo deseas, llueve dios”.

El vaquero Dhaniya:

“Tengo vacas, tengo terneros,
tengo vaquillas preñadas,
y vaquillas para aparear;
tengo también un toro,
señor del rebaño -
ahora, si lo deseas, llueve dios”.

El Bhagavant:

“No tengo vacas, no tengo terneros,
No tengo vaquillas preñadas,
ni vaquillas para aparear;
ni tampoco tengo aquí un toro,
señor del rebaño -
ahora, si lo deseas, llueve dios”.

El vaquero Dhaniya:

“He clavado postes firmes,
las cuerdas de cáñamo son nuevas
y están bien trenzadas,
ni los terneros podrían romperlas -
ahora, si lo deseas, llueve dios”.

El Bhagavant:

“Como un toro rompiendo sus ataduras,
como un elefante destruyendo las lianas,
yo no regresaré más a un seno materno –
ahora, si lo deseas, llueve dios”.

Y justo entonces
una gran nube comenzó a llover
anegando valles y colinas.
Oyendo al dios llover,
Dhaniya dijo esto:

“¡No ha sido pequeño el logro
de nosotros que hemos visto al Bhagavant!
Oh tú, que sabes ver,
tomamos refugio en ti
¡oh gran muni, sé tú nuestro maestro!

Mi pastora y yo dóciles,
hemos de llevar una vida de pureza,
bajo la disciplina del Bien Encaminado;
yendo más allá del nacimiento y de la muerte,
hemos de poner fin al sufrimiento”.

— — — — —

Mara, el Maligno:

“Goza con sus hijos el que tiene hijos,
goza con sus vacas el que tiene vacas,
los apegos son los goces del hombre,
no goza el que no tiene apegos”.

El Bhagavant:

“Sufre por sus hijos el que tiene hijos,
Sufre por sus vacas el que tiene vacas,
los apegos son los sufrimientos del hombre,
no sufre el que no tiene apegos”.


Del Sutta Nipata, traducido del pali por Fernando Tola y Carmen Dragonetti