Pintura y poesía

Pintura y poesía

viernes, 13 de noviembre de 2020

Nezahualcóyotl. Poneos de pie.

Nezahualpilli, monarca de Texcoco (hijo de Nezahualcóyotl).
Ilustración.
Códice Ixtlilxochitl (Siglo XVI).

¡Amigos míos, poneos de pie!
Desamparados están los príncipes,
Yo soy Nezahualcóyotl,
Soy el cantor,
Soy papagayo de gran cabeza.
Toma ya tus flores y tu abanico
¡Con ellos ponte a bailar!
Tú eres mi hijo,
Tú ere Yoyontzin.
Toma ya tu cacao,
La flor del cacao,
¡que sea ya bebida!
¡Hágase el baile,
No es aquí nuestra casa,
No viviremos aquí
Tú de igual modo tendrás que marcharte.

Nezahualcóyotl (México, cultura azteca, 1402-1472). 

domingo, 1 de noviembre de 2020

José Echegaray y Eizaguirre. Los tres cuentos.


Las edades y la muerte (1541 – 1544).
Óleo sobre tabla.
Hans Baldung Grien (Alemania, c.1484 – 1545).
Museo Del Prado, Madrid, España.
I

Un niño de tersa frente,
y la muerte carcomida,
en la senda de la vida
y en el borde de una fuente,
por su bien o por su mal
una mañana se hallaron
y sedientos se inclinaron
sobre el líquido cristal.

Se inclinaron y en la esfera
cristalina vióse al punto
de un niño el rostro muy junto
a una seca calavera.
La muerte dijo  ¡Qué hermoso!
¡Que horrible! -el niño pensó;
bebió aprisa, y se escapó
por el bosque presuroso.


II

Pasó el tiempo y cierto día
ya el sol en toda su altura,
en la misma fuente pura
bebieron en compañía,
por su bien o por su daño
la Muerte y un hombre fuerte
la de siempre era la muerte
el hombre, el niño de antaño.

Como vióse de los dos
la imagen en el cristal
con la luz matutinal
que manda a los mundos Dios,
la del hombre áspera tez
y la imagen hosca y fiera
de su helada compañera
se pintaron esta vez.

Bajo el agua limpia y fría
sus reflejos observaron:
como entonces se miraron,
se miraron todavía.

Ella dijo no sé qué
señalando hacia el espejo
él murmuró: -¡Pobre viejo!


III

Cae la tarde; el sol anega
en pardas nubes su luz:
envuelta en negro capuz
medrosa la noche llega.
Dos sombras van a la fuente
las dos beben a porfía
y aún no sacia el agua fría
sed atrasada y ardiente.

Se miran y no se ven;
pero pronto, por fortuna,
subirá al cielo la luna
y podrán mirarse bien.

Al fin su luz transparente
el espacio iluminó,
y en espejo convirtió
los cristales de la fuente.

Y eran las sombras ideales
bajo el agua sumergidas
de tal modo parecidas,
que al partir las sombras reales
de sus destinos en pos,
o por darse mala mafia
o por confusión extraña,
cada sombra de los dos
tomó en el líquido espejo
lo primero que encontróse
y, sin notarlo, llevóse
de la otra sombra el reflejo.

José Echegaray y Eizaguirre (España, 1832 – 1916).

1904