La llegada
Alejandra Caballero (España, 1974)
Son importantes tantas
cosas
-madre-. El olor
de naftalina, los
baúles
en los que vamos
destripando
sueños, años pasados
bajo la misma sombra.
Sin embargo,
preparo con prisa mis
maletas, vacío
los cajones rencorosa
de una alegría que no
pudiste
darme, y es todo tuyo
madre-. Las maderas
que rechinan
vengativas, los cuadros
de dudosa
firma, las bandejas de
plata que transportaron
turrones navidades
pasadas y nunca
perseguidas.
Hago el inventario
-cruel siempre- que me
anuncia
tu presente
concepción de
silencios. Hago
y olvido, varias
docenas
de bordadas enaguas y
colchas
con
mi nombre. Las mantas
-madre-
quedan con su olor a naftalina
enmohecida,
quedan
los
pares de zapatos viejos, mi primer
par
de medias, el bolso
que
estrené una mañana, cuando tuve
que
esconder mi pañuelo
demasiado
grande para una sola
lágrima.
Mi estatura
se
parte -frente a ti- y sólo
queda
un murmullo
de
alas vencidas por la vida. Me olvido
de
las cosas importantes. Del vaso
de
mis fiebres, de las horas
pasadas
sobre mí como en la muerte. Me llevo
todo
-madre-. Hasta esa lágrima
dormida
entre mis ojos. Dejo
a
cambio el inventario -firmado y rubricado-
de
mis sueños. Abres la puerta, salgo
cierras.
Vuelves
por
el largo pasillo de la casa. Enderezas
ese
cuadro
torcido,
que yo moví al pasar y quizá
pienses
en pintar las paredes
de
mi cuarto, en cambiar las cortinas,
en
recoger pisadas que aún
nos
viven,
que
nos pueblan de adioses
presurosos,
como alargados trenes
que
no paran. Que no te importe
nada,
madre, madre. Que no te importe
la
sangre -madre mía- que en río
de
silencios nos separa. Que no te importen
las
llaves que perdiste
para
impedir mi marcha.
de
El gato junto al agua, 1981.
Paloma Palao Herrero (España,
1944-1986).
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