Gabriel García Márquez. La muerte de la rosa.

Las rosas de Heliogábalo

Lawrence Alma-Tadema

Óleo sobre lienzo

Colección privada (Colección de Pérez Simón).

Murió de mal aroma.
Rosa idéntica, exacta.
Subsistió a su belleza,
Sucumbió a su fragancia.
No tuvo nombre: acaso
la llamarían Rosaura,
O Rosa-fina, o Rosa
del amor, o Rosalba;
o simplemente Rosa,
como la nombra el agua.
Más le hubiera valido
ser siempreviva, Dalia,
pensamiento con luna
como un ramo de acacia.

Pero ella será eterna:
fue rosa; y eso basta;

Dios la guarde en su reino

a la diestra del alba.

Gabriel García Márquez (Colombia, 1927 – 2014).

1982