Pintura y poesía

Pintura y poesía

martes, 2 de febrero de 2016

Rafael Cadenas. Derrota.

El carbonero
Eduardo Kingman
Óleo sobre lienzo
Posada de las Artes Kingman, Quito, Ecuador.

Yo que no he tenido nunca un oficio 
que ante todo competidor me he sentido débil 
que perdí los mejores títulos para la vida 
que apenas llego a un sitio ya quiero irme (creyendo que mudarme es una solución) 
que he sido negado anticipadamente y escarnecido por los más aptos 
que me arrimo a las paredes para no caer del todo 
que soy objeto de risa para mí mismo que creí 
que mi padre era eterno 
que he sido humillado por profesores de literatura 
que un día pregunté en qué podía ayudar y la respuesta fue una risotada 
que no podré nunca formar un hogar, ni ser brillante, ni triunfar en la vida 
que he sido abandonado por muchas personas porque casi no hablo 
que tengo vergüenza por actos que no he cometido 
que poco me ha faltado para echar a correr por la calle 
que he perdido un centro que nunca tuve 
que me he vuelto el hazmerreír de mucha gente por vivir en el limbo 
que no encontraré nunca quién me soporte 
que fui preterido en aras de personas más miserables que yo 
que seguiré toda la vida así y que el año entrante seré muchas veces más burlado en mi ridícula ambición 
que estoy cansado de recibir consejos de otros más aletargados que yo («Ud. es muy quedado, avíspese, despierte») 
que nunca podré viajar a la India 
que he recibido favores sin dar nada en cambio 
que ando por la ciudad de un lado a otro como una pluma 
que me dejo llevar por los otros 
que no tengo personalidad ni quiero tenerla 
que todo el día tapo mi rebelión 
que no me he ido a las guerrillas 
que no he hecho nada por mi pueblo 
que no soy de las FALN y me desespero por todas estas cosas y por otras cuya enumeración sería interminable 
que no puedo salir de mi prisión 
que he sido dado de baja en todas partes por inútil 
que en realidad no he podido casarme ni ir a París ni tener un día sereno 
que me niego a reconocer los hechos 
que siempre babeo sobre mi historia 
que soy imbécil y más que imbécil de nacimiento 
que perdí el hilo del discurso que se ejecutaba en mí y no he podido encontrarlo 
que no lloro cuando siento deseos de hacerlo 
que llego tarde a todo 
que he sido arruinado por tantas marchas y contramarchas 
que ansío la inmovilidad perfecta y la prisa impecable 
que no soy lo que soy ni lo que no soy 
que a pesar de todo tengo un orgullo satánico aunque a ciertas horas haya sido humilde hasta igualarme a las piedras 
que he vivido quince años en el mismo círculo 
que me creí predestinado para algo fuera de lo común y nada he logrado 
que nunca usaré corbata 
que no encuentro mi cuerpo 
que he percibido por relámpagos mi falsedad y no he podido derribarme, barrer todo y crear de mi indolencia, mi 
flotación, mi extravío una frescura nueva, y obstinadamente me suicido al alcance de la mano 
me levantaré del suelo más ridículo todavía para seguir burlándome de los otros y de mí hasta el día del juicio final.



Rafael Cadenas (Venezuela, 1963)

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