Hogar en el bosque
Thomas Cole
Óleo sobre lienzo
Museo de Arte Americano Casa Reynolda, Estados Unidos.
Aquí, la sal y el óleo de
mi casa,
A la que siempre veo
hundida enteramente en la botánica;
mi casa estremecida,
de pasto y de madera,
fibra olorosa, elástica viruta,
mimbre de las orillas,
enredadera,
copia del paraíso.
A la que siempre veo
hundida enteramente en la botánica;
mi casa estremecida,
de pasto y de madera,
fibra olorosa, elástica viruta,
mimbre de las orillas,
enredadera,
copia del paraíso.
Nido de tablas claras
construido en sosiego,
de celdilla en celdilla levantado;
de pie en esperanza,
de martillo sonoro en escalera.
Quitasol de diciembre,
oloroso a membrillos
y a almidón de la selva.
construido en sosiego,
de celdilla en celdilla levantado;
de pie en esperanza,
de martillo sonoro en escalera.
Quitasol de diciembre,
oloroso a membrillos
y a almidón de la selva.
El sol enamorado,
a dulcísimos besos con mi casa
creó esta bella rosa;
dorado y presuroso carpintero,
abeja, mejor dicho,
alzó esta iglesia en pompa,
este teclado
en donde la miel como un barniz continuo
rebasa su dulzura de verano en verano.
a dulcísimos besos con mi casa
creó esta bella rosa;
dorado y presuroso carpintero,
abeja, mejor dicho,
alzó esta iglesia en pompa,
este teclado
en donde la miel como un barniz continuo
rebasa su dulzura de verano en verano.
La raíz silenciosa,
se vuelve nudo ciego con mi casa;
ella la incita a derramarse.
Lo sé de muy antiguo,
como siempre
en este bello incendio está implicada;
ella atiza desde abajo con el dedo,
la inmensa tembladera;
ella ha encendido el fósforo
de este zarzal aéreo.
La viga de mi casa
se recuesta a descansar cien años;
como pomposa reina
ella gobierna alero y tijeral,
piso y techumbre;
ella sostiene el desmayado vuelo
de mi casa en el aire.
se vuelve nudo ciego con mi casa;
ella la incita a derramarse.
Lo sé de muy antiguo,
como siempre
en este bello incendio está implicada;
ella atiza desde abajo con el dedo,
la inmensa tembladera;
ella ha encendido el fósforo
de este zarzal aéreo.
La viga de mi casa
se recuesta a descansar cien años;
como pomposa reina
ella gobierna alero y tijeral,
piso y techumbre;
ella sostiene el desmayado vuelo
de mi casa en el aire.
Más que casa, mi casa es
transparencia,
ventana llena de oro;
a su marco se asoma,
todavía con sueño, peine en mano,
hombros desnudos, incendiada trenza,
la aurora, mi señora.
ventana llena de oro;
a su marco se asoma,
todavía con sueño, peine en mano,
hombros desnudos, incendiada trenza,
la aurora, mi señora.
Por el umbral propicio de
mi casa
entra la vida en su florido coche,
los ulmos desbordados,
el viento en remolino.
entra la vida en su florido coche,
los ulmos desbordados,
el viento en remolino.
Juvencio Valle (Chile, 1900 – 1999)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por comentar. Tu comentario será leído y publicado pronto.