Árboles en flor
Alfredo Helsby (Chile, 1862 - 1933)
Óleo sobre lienzo
Pinacoteca de la Universidad de Concepción, Concepción, Chile.
Primavera
temible, rosa loca, llegarás, llegas imperceptible, apenas un temblor de ala, un beso de niebla con jazmines, el sombrero lo sabe, los caballos, el viento trae una carta verde que los árboles icen y comienzan las hojas a mirar con un ojo, a ver de nuevo el mundo, se convencen. Todo está preparado, el viejo sol supremo, el agua que habla, todo, y entonces salen todas las faldas del follaje, la esmeraldina, loca primavera, luz desencadenada, yegua verde, todo se multiplica, todo busca palpando una materia que repita su forma, el germen mueve pequeños pies sagrados, el hombre ciñe el amor de su amada, y la tierra se llena de frescura, de pétalos que caen como harina, la tierra brilla recién pintada mostrando su fragancia en sus heridas, los besos de los labios de claveles,
la
marea escarlata de la rosa.
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Ya está
bueno!
Ahora, primavera, dime para qué sirves y a quién sirves. Dime si el olvidado en su caverna recibió tu vista, si el abogado pobre en su oficina vio florecer tus pétalos sobre la sucia alfombra, si el minero de las minas de mi patria no conoció más que la primavera negra del carbón o el viento envenenado del azufre.
Primavera,
muchacha, te esperaba! Toma esta escoba y barre el mundo. Limpia con este trapo las fronteras, sopla los techos de los hombres, escarba el oro acumulado y reparte los bienes escondidos, ayúdame cuando ya el hombre esté libre de miseria, polvo, harapos, deudas, llagas, dolores, cuando con tus transformadoras manos de hada y las manos del pueblo, cuando sobre la tierra el fuego y el amor toquen tus bailarines pies de nácar, |
cuando
tú,
primavera,
entres a todas las casas de los hombres, te amaré sin pecado, desordenada dalia, acacia loca, amada, contigo, con tu aroma, con tu abundancia, sin remordimiento con tu desnuda nieve abrasadora, con tus más desbocados manantiales sin descartar la dicha de otros hombres, con la miel misteriosa de las abejas diurnas, sin que los negros tengan que vivir apartados de los blancos, oh primavera de la noche sin pobres, sin pobreza, primavera fragante, llegarás, llegas, te veo venir por el camino: ésta es mi casa, entra, tardabas, era hora, qué bueno es florecer, qué trabajo tan bello: qué activa obrera eres, primavera, tejedora, labriega, ordeñadora, múltiple abeja, máquina transparente, molino de cigarras, entra en todas las casas, adelante, trabajaremos juntos en la futura y pura fecundidad florida. |
Pablo Neruda (Chile, 1904 – 1973).
1971
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