Amantes en las lilas (1930)
Marc Chagall (Bielorusia, 1887 - 1985)
Óleo sobre lienzo
Museo de Arte Metropolitano de Nueva york (MET), Estados Unidos.
A
Vera y Jesús Ruiz Mantilla
De
la noche recuerda lo que no ha sido el sueño.
Tu
cuerpo y su cuerpo, el cataclismo de abrazos.
Las
voces de afuera.
La
vida creciendo con su infernal abalorio
y
su ruido en nosotros.
Va
para un año que estamos aquí
sin
avistar aún naufragios,
y
somos despacio la fundación de otra selva,
el
caldero que acoge lo que dos se descubren,
las
palabras rehenes,
el
contigo que avanza de mi noche a tu lumbre.
Te
he visto a mi lado, rumbo ciego a deshoras,
enmudecer
como un pecho.
En
redonda unidad
dibujar
una infancia
para
amarme otra vez
o
hasta odiarme despacio.
Este
íntimo hambre de saber que aún no duermes,
pero
estás a mi lado.
Esta
arteria de sombra.
El
sanar en lo oscuro la herida del día
con
secreta herramienta de voces,
con
cruda progenie de manos.
Qué
falta de ti en lo callado del cuarto.
Cómo
insiste el idioma en lo que nunca se ha escrito.
Hay
certezas que calman sin ocupar el espacio,
y
calientan los vientres,
y
retardan la nieve en la provincia del daño.
Hay
una esbelta piedad en la nunca aprendido,
mundos
de sol donde ya no amanece.
No
muy lejos de ti un hombre respira con casera
intemperie.
Su
insomnio es amor,
lento
oficio y remedio.
Aceptar
la pendiente de una luz que se apaga
es
su sólo ademán de estar quizá solo.
Y
pregunta a su sangre.
Y
responde a sus ecos.
Y
es un árbol vibrando.
Y
al callar se rebela.
Y
se sabe memoria
de
otras noches en vilo
extrañando
en lo hondo (con ojos abiertos)
un
contorno templado,
un
nocturno calor o lingote de cuerpo.
Y
es el más alto don ese estado de alerta,
ese
tiempo tan
quieto.
Pues
quien no conoció la tristeza
ignora
que amar no hace ruido.
Antonio Lucas (España,
1975).
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