A veces parece que la abuela llama al tío
desde la casona de tablas y palma seca
Y siento que trae ya la cal para purificarnos
Su figura se distingue, machete en mano
muy por encima de todo
Tan diminuta
Abuela
trae ese machete
que con tres golpes limpios
corta la mala hierba, los grandes
fantasmas, las ramas bajas, el miedo de todos
Tráelo, que este atado es cada día mayor
Pero cerciórate de su buen filo
pásale los dedos con delicadeza
porque nunca lo he podido hacer sin herirme
Llévame luego al pozo
que solo no me dejas ir
Vamos a tirar lo mucho contra su fondo
Tápalo muy bien con el tablón grande
para que la niña no se nos caiga
y ese hueco me deje sin hermana
Abuela, al fin lo sé
no hay ningún negro en la noche del jardín
nadie sostiene a los cocuyos
nadie quiere robarnos
a la niña y a mí
En Los Angeles -tú no sabes
qué lugar es ese
ni falta que te hace-
hay también muchas luces
erguidas por ladrones
que no son cocuyos
ni roban solo niños
ni son solo negros
Son de sitios
que jamás existirán para ti
Cuando descuarticemos la carga
y terminemos la tarea, al regreso del pozo
llévame con Tere al río -cañada dices tú
Pero yo, que lo recuerdo bien, sé que es río
Luego déjanos coger ciruelas y comer guayabas
Cuéntanos de los españoles y de su gran cuartel
Háblanos del incendio
que sólo tú pudiste sofocar
de tus pocos viajes a la capital
de lo tanto que nos quieres
que hoy, te daremos un beso
al dormir, para tenerte mejor
Alguien quedará
y no podrán decir que no sucedió
No serán los buenos actos
lo que vendrán a juzgar
Tampoco los errores
En la mesa dispuesta a cada hora
alguno se sentará sobre el mantel
a colocar tu vida, a disponerla con esmero
entre las muy bien dobladas servilletas
Podrás demostrar una vez más
tu condición de ser una sola
siempre poderosa, bastante
Más que suficiente
desde la casona de tablas y palma seca
Y siento que trae ya la cal para purificarnos
Su figura se distingue, machete en mano
muy por encima de todo
Tan diminuta
Abuela
trae ese machete
que con tres golpes limpios
corta la mala hierba, los grandes
fantasmas, las ramas bajas, el miedo de todos
Tráelo, que este atado es cada día mayor
Pero cerciórate de su buen filo
pásale los dedos con delicadeza
porque nunca lo he podido hacer sin herirme
Llévame luego al pozo
que solo no me dejas ir
Vamos a tirar lo mucho contra su fondo
Tápalo muy bien con el tablón grande
para que la niña no se nos caiga
y ese hueco me deje sin hermana
Abuela, al fin lo sé
no hay ningún negro en la noche del jardín
nadie sostiene a los cocuyos
nadie quiere robarnos
a la niña y a mí
En Los Angeles -tú no sabes
qué lugar es ese
ni falta que te hace-
hay también muchas luces
erguidas por ladrones
que no son cocuyos
ni roban solo niños
ni son solo negros
Son de sitios
que jamás existirán para ti
Cuando descuarticemos la carga
y terminemos la tarea, al regreso del pozo
llévame con Tere al río -cañada dices tú
Pero yo, que lo recuerdo bien, sé que es río
Luego déjanos coger ciruelas y comer guayabas
Cuéntanos de los españoles y de su gran cuartel
Háblanos del incendio
que sólo tú pudiste sofocar
de tus pocos viajes a la capital
de lo tanto que nos quieres
que hoy, te daremos un beso
al dormir, para tenerte mejor
Alguien quedará
y no podrán decir que no sucedió
No serán los buenos actos
lo que vendrán a juzgar
Tampoco los errores
En la mesa dispuesta a cada hora
alguno se sentará sobre el mantel
a colocar tu vida, a disponerla con esmero
entre las muy bien dobladas servilletas
Podrás demostrar una vez más
tu condición de ser una sola
siempre poderosa, bastante
Más que suficiente
Guillermo López Borges (Cuba, 1952)
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