Pintura y poesía

Pintura y poesía

miércoles, 25 de febrero de 2015

Jorge Luis Borges. Poema de los dones.

Don Quijote leyendo en un sillón
Adolf Schröedter
Óleo sobre lienzo
Antigua Galería Nacional de Berlín, Alemania.

Nadie rebaje a lágrima o reproche 
esta declaración de la maestría
de Dios, que con magnífica ironía
me dio a la vez los libros y la noche.


De esta ciudad de libros hizo dueños 
a unos ojos sin luz, que sólo pueden
leer en las bibliotecas de los sueños
los insensatos párrafos que ceden


las albas a su afán. En vano el día 
les prodiga sus libros infinitos,
arduos como los arduos manuscritos
que perecieron en Alejandría.


De hambre y de sed (narra una historia griega) 
muere un rey entre fuentes y jardines;
yo fatigo sin rumbo los confines
de esta alta y honda biblioteca ciega.


Enciclopedias, atlas, el Oriente 
y el Occidente, siglos, dinastías,
símbolos, cosmos y cosmogonías
brindan los muros, pero inútilmente.


Lento en mi sombra, la penumbra hueca 
exploro con el báculo indeciso,
yo, que me figuraba el Paraíso
bajo la especie de una biblioteca.


Algo, que ciertamente no se nombra 
con la palabra azar, rige estas cosas;
otro ya recibió en otras borrosas
tardes los muchos libros y la sombra.


Al errar por las lentas galerías 
suelo sentir con vago horror sagrado
que soy el otro, el muerto, que habrá dado
los mismos pasos en los mismos días.


¿Cuál de los dos escribe este poema 
de un yo plural y de una sola sombra?
¿Qué importa la palabra que me nombra
si es indiviso y uno el anatema?


Groussac o Borges, miro este querido 
mundo que se deforma y que se apaga
en una pálida ceniza vaga
que se parece al sueño y al olvido.


Jorge Luis Borges (Argentina, 1899 - 1986)

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