La cantante calva
Violeta Parra
(Obra bautizada así por su hermano el poeta Nicanor Parra.
Representa una fiesta en casa de Violeta.
Ella canta, su hija Isabel toca el arpa, a un costado, Tita, nieta de Violeta)
Yute natural bordado en lanigrafía
Museo Violeta Parra, Santiago, Chile.
Una vez que me
asediaste,
dos juramentos me hiciste,
tres lagrimones vertiste,
cuatro gemidos sacaste,
cinco minutos dudaste,
seis más porque no te di
siete pedazos de mí,
ocho razones me aquejan,
nueve mentiras me alejan,
diez que en tu boca sentí.
Once cadenas me amarran,
doce quieren desprenderme,
trece podrán detenerme,
catorce que me desgarran,
quince perversos que embarran
mis dieciséis esperanzas,
y diecisiete mudanzas
dieciocho penas me dan,
diecinueve aguardarán
veinte más que ya me alcanzan.
Veintiuno son los dolores
por veintidós pensamientos,
me dan veintitrés tormentos
por veinticuatro temores,
veinticinco picaflores
me dicen veintiséis veces
que veintisiete me ofrecen
veintiocho de sus estambres,
son veintinueve calambres
los treinta que me adolecen.
Treinta y un día te amé,
treinta y dos horas soñaba,
treinta y tres minutos daban,
o treinta y cuatro tal vez,
treinta y cinco yo escuché,
treinta y seis junto a tu pecho,
treinta y siete fue mi lecho
treinta y ocho de pasión,
treinta y nueve al corazón,
cuarenta, amargo despecho.
dos juramentos me hiciste,
tres lagrimones vertiste,
cuatro gemidos sacaste,
cinco minutos dudaste,
seis más porque no te di
siete pedazos de mí,
ocho razones me aquejan,
nueve mentiras me alejan,
diez que en tu boca sentí.
Once cadenas me amarran,
doce quieren desprenderme,
trece podrán detenerme,
catorce que me desgarran,
quince perversos que embarran
mis dieciséis esperanzas,
y diecisiete mudanzas
dieciocho penas me dan,
diecinueve aguardarán
veinte más que ya me alcanzan.
Veintiuno son los dolores
por veintidós pensamientos,
me dan veintitrés tormentos
por veinticuatro temores,
veinticinco picaflores
me dicen veintiséis veces
que veintisiete me ofrecen
veintiocho de sus estambres,
son veintinueve calambres
los treinta que me adolecen.
Treinta y un día te amé,
treinta y dos horas soñaba,
treinta y tres minutos daban,
o treinta y cuatro tal vez,
treinta y cinco yo escuché,
treinta y seis junto a tu pecho,
treinta y siete fue mi lecho
treinta y ocho de pasión,
treinta y nueve al corazón,
cuarenta, amargo despecho.
Violeta Parra (Chile, 1917 – 1967).
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