El niño enfermo (1955).
Óleo sobre lienzo.
Eduardo Kingman (Ecuador, 1913 -1997).
Colección privada, Guayaquil, Ecuador.
Fernando Silva dirige el hospital de niños, en Managua.
En vísperas de Navidad, se quedó trabajando hasta muy tarde. Ya estaban
sonando los cohetes, y empezaban los fuegos artificiales a iluminar el cielo,
cuando Fernando decidió marcharse. En su casa lo esperaban para festejar. Hizo
una última recorrida por las salas, viendo si todo quedaba en orden, y en eso
estaba cuando sintió que unos pasos lo seguían. Unos pasos de algodón: se
volvió y descubrió que uno de los enfermitos le andaba detrás. En la penumbra,
lo reconoció. Era un niño que estaba solo. Fernando reconoció su cara ya
marcada por la muerte y esos ojos que pedían disculpas o quizá pedía permiso.
Fernando se acercó y el niño lo rozó con la mano:
–Decile a… –susurró el niño–. Decile a alguien, que yo estoy aquí.
de El libro de los abrazos, 1989.
Eduardo
Galeano
(Uruguay, 1940 – 2015).
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