Pintura y poesía

Pintura y poesía

sábado, 23 de septiembre de 2017

Anónimo. Epitafio de Alia Potestad liberta de Aulos.

Inscripción sepulcral para Alia Potestad
Placa de mármol encontrada en la Vía Pinciana de Roma en 1912.
Museo Nacional de Arte Romano, colección epigráfica, Roma, Italia. 
Fotografía: Kleuske, commons.wikimedia.org



Dis Manib(us)
Alliae A(uli) l(ibertae) Potestatis

Hic Perusina sita est, qua non pretiosior ulla.
Femina de multis uix una aut altera uisa
sedula. Seriola parua tam magna teneris.
«Crudelis fati rector duraque Persiphone,
quid bona diripitis exuperantque mala?»
Quaeritur a cunctis, iam respondere fatigor,
dant lachrimas, animi signa benigna sui.
Fortis, sancta, tenax, insons, fidissima custos,
munda domi, sat munda foras, notissima uolgo,
sola erat ut posset factis occurrere cunctis;
exiguo sermone, inreprehensa manebat.
Prima toro delapsa fuit, eadem ultima lecto
se tulit ad quietem positis ex ordine rebus.
lana cui e manibus nuncquam sine caussa recessit,
opsequioque prior nulla moresque salubres.
Haec sibi non placuit, numquam sibi libera uisa.
Candida, luminibus pulchris, aurata capillis,
et nitor in facie permansit eburneus illae
qualem mortalem nullam habuisse ferunt,
pectore et in niueo breuis illi forma papillae.
Quid crura? Atalantes status illi comicus ipse.
Anxia non mansit, sed corpore pulchra benigno.
Leuia membra tulit, pilus illi quaesitus ubique;
quod manibus duris fuerit culpabere forsan:
nil illi placuit nisi quod per se sibi fecerat ipsa.
Nosse fuit nullum studium, sibi se satis esse putabat,
mansit et infamis, quia nil admiserat umquam.
Haec duo dum uixit iuvenes ita rexit amantes,
exemplo ut fierent similes Pyladisque et Orestae:
una domus capiebat eos unusque et spiritus illis.
Post hanc nunc idem diuersi sibi quisq(ue) senescunt;
femina quod struxit talis, nunc puncta lacessunt.
Aspicite ad Troiam, quid femina fecerit olim!
Sit precor hoc iustum exemplis in paruo grandibus uti.
Hos tibi dat uersus lacrimans sine fine patronus
muneris amissae, cui nuncquam es pectore adempta,
quae putat amissis munera grata dari,
nulla cui post te femina uisa proba est.
Qui sine te uiuit, cernit sua funera uiuos.
Auro tuum nomen fert ille refertque lacerto,
qua retinere potest auro collata Potestas.
Quantumcumq(ue) tamen praeconia nostra ualebunt,
uersiculis uiues quandiucumque meis.
Effigiem pro te teneo solacia nostri,
quam colimus sancte sertaque multa datur,
cumque at te ueniam, mecum comitata sequetur.
Sed tamen infelix cui tam sollemnia mandem?
Si tamen extiterit, cui tantum credere possim,
hoc unum felix amissa te mihi forsan ero.
Ei mihi! Vicisti: sors mea facta tua est.

Laedere qui hoc poterit, ausus quoque laedere diuos:
haec titulo insignis, credite, numen habet.


A los Manes
Alia Potestad liberta de Aulos

Aquí yace enterrada Perusina, y ninguna mujer hay más meri­toria.
Apenas una o dos, de entre muchas, parecen haber sido tan obsequiosas.
¡Tú, tan grande, guardada en una urna pequeñita! ‘
Cruel responsable del destino e implacable Perséfone,
¿por qué os lleváis lo bueno y se queda aquí lo malo?’
Todos lo preguntan y ya me canso de responder;
derraman lágrimas, signos generosos de su corazón.
Decidida, íntegra, tenaz, irreprochable, guardiana de lo más leal,
intachable en su casa, y de sobra intachable fuera de su casa, conocidísima por todos,
era la única que podía afrontarlo todo;
de conversación discreta, resultaba irreprochable.
Fue siem­pre la primera en abandonar el lecho,
y también la última en irse a descansar tras haberlo dejado todo en orden;
la lana nunca se apartó de sus manos sin una razón,
y nadie la superaba en ganas de agradar; sus costumbres eran muy saludables.
Nunca pensó en sí misma, nunca se consideró libre.
Bella, de ojos hermosos, cabellos de oro,
y conservó en su rostro una belleza de marfil
como dicen que no ha tenido nunca ninguna otra mortal;
y en su níveo pecho, el encanto de su pequeño pezón.
¿Y qué decir de sus piernas? Atalanta, su mismo porte elegante.
No anduvo siempre preocupada por su aspecto, sino que era hermosa por su grácil cuerpo.
Lucía una piel lisa, sin ningún tipo de vello;
la culparás tal vez de que tuviera las manos ásperas:
pero nada le parecía bien sino lo que ella misma hacía con sus propias manos.
No tuvo ningún interés en saber nada de nadie, pensaba que con sus asuntos ya tenía suficiente.
Y vivió sin que nadie hablara mal de ella, porque nunca hizo nada reprochable.
Mientras vivió guió de tal manera a dos jóvenes amantes,
que enseguida llegaron a ase­mejarse al modelo de Pílades y Orestes:
una misma casa los acogía y un mismo pensamiento tenían ambos.
Ahora, sin ella, alejados uno de otro, envejecen:
lo que una mujer semejante fue capaz de forjar, ahora un solo instante ha sido capaz de destruir.
Acordaos de lo que en otro tiempo fue capaz de hacer una mujer en Troya
–y os ruego que esté permitido utilizar un ejemplo grandioso para un asunto menor–.
Estos versos, llorando sin cesar, te dedica como regalo a ti,
que te has ido, tu patrono, de cuyo corazón nunca te has alejado,
ver­sos que considera un grato regalo a las personas perdidas;
tu pa­trono, a quien ninguna mujer después de ti le parece buena,
que vive sin ti y, aun estando vivo, ve ya cercana su muerte.
Él trae tu nombre, Potestad, grabado en letras de oro;
y lo lleva consigo en el brazo, para poder conservarte junto a él.
Y cuanto mejor sea mi elo­gio,
tanto más tiempo permanecerás viva en mis humildes versos.
Guardo tu imagen en vez de tu persona, como consuelo,
y la adoro y le ofrezco guirnaldas de flores
y, cuando me una a ti, me seguirá también acompañando.
Pero ¡pobre de mí!, ¿a quién voy a confiarle tan solemne encargo?
Aunque, si hubiera alguien en quien pudiera confiar,
sólo con esto, tras tu pérdida, tal vez podría ser feliz.
¡Ay de mí!, has acabado conmigo: mi suerte es la tuya.

Quien sea capaz de dañar esto, se atreverá también a dañar a los dioses.
La que en este epitafio se ensalza, creedme, tiene cate­goría divina.

Anónimo, Roma, segunda mitad del siglo II.


Fuente: Fernández Martínez, Concepción. CLE 1988: los tópicos, la literatura y la vida, Universidad de Sevilla, en: Studia Philologica Valentina, Vol. 11, n.s. 8 (2008), 153-166.


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