Pintura y poesía

Pintura y poesía

lunes, 29 de febrero de 2016

Darío Jaramillo Agudelo. Ese otro que también me habita...

Estudio del insomnio (Autorretrato en el espejo del baño)
Guido Mauas
Óleo sobre lienzo
Argentina

Ese otro que también me habita,
acaso propietario, invasor quizás o exiliado en este cuerpo ajeno o de ambos,
ese otro a quien temo e ignoro, felino o ángel,
ese otro que está solo siempre que estoy solo, ave o demonio
esa sombra de piedra que ha crecido en mi adentro y en mi afuera,
eco o palabra, esa voz que responde cuando me preguntan algo,
el dueño de mi embrollo, el pesimista y el melancólico y el
inmotivadamente alegre,
ese otro,
también te ama.


Darío Jaramillo Agudelo (Santa Rosa de Osos, Colombia, 1947).

domingo, 28 de febrero de 2016

Jorge Teillier. Pequeña confesión.

El bebedor de absenta
Retrato de Ángel Fernández de Soto
Pablo Picasso
Óleo sobre tela
Colección privada

En memoria de Serguei Esenin

Si, es cierto, gasté mis codos en todos los mesones.
Me amaron las doncellas y preferí a las putas.
Tal vez nunca debiera haber dejado
El país de techos de zinc y cercos de madera.

En medio del camino de la vida
Vago por las afueras del pueblo
Y ni siquiera aquí se oyen las carretas
Cuya música he amado desde niño.

Desperté con ganas de hacer un testamento
-ese deseo que le viene a todo el mundo-
pero preferí mirar una pistola
la única amiga que no nos abandona.

Todo lo que se diga de mí es verdadero
Y la verdad es que no me importa mucho.
Me importa soñar con caminos de barro
Y gastar mis codos en todos los mesones.

"Es mejor morir de vino que de tedio"
Sin pensar que pueda haber nuevas cosechas.
Da lo mismo que las amadas vayan de mano en mano
Cuando se gastan los codos en los mesones.

Tal vez nunca debí salir del pueblo
Donde cualquiera puede ser mi amigo.
Donde crecen mis iniciales grabadas
En el árbol de la tumba de mi hermana.

El aire de la mañana es siempre nuevo
Y lo saludo como un viejo conocido,
Pero aunque sea un boxeador golpeado
Voy a dar mis últimas peleas.

Y con el orgullo de siempre
Digo que las amadas pueden ir de mano en mano
Pues siempre fue mío el primer vino que ofrecieron
Y yo gasto mis codos en todos los mesones.

Como de costumbre volveré a la ciudad
Escuchando un perdido rechinar de carretas
Y soñaré techos de zinc y cercos de madera
Mientras gasto mis codos en todos los mesones.


Jorge Teillier (Chile, 1935 – 1936).

sábado, 27 de febrero de 2016

Óscar Hahn. ¿Por qué escribe usted?

El poeta pobre
Carl Spitzweg
Óleo sobre lienzo
Unicación desconocida

Porque el fantasma porque ayer porque hoy:
porque mañana porque sí porque no
Porque el principio porque la bestia porque el fin:
porque la bomba porque el medio porque el jardín
Porque Góngora porque la tierra porque el sol:
porque San Juan porque la luna porque Rimbaud
Porque el claro porque la sangre porque el papel:
porque la carne porque la tinta porque la piel
Porque la noche porque me odio porque la luz:
porque el infierno porque el cielo porque tú
Porque casi porque nada porque la sed
porque el amor porque el grito porque no sé
Porque la muerte porque apenas porque más
porque algún día porque todos porque quizás

Óscar Hahn (Iquique, Chile, 1938).

viernes, 26 de febrero de 2016

Piedad Bonnet. Cuestión de estadísticas.

La matanza de Quíos
Eugene Delacroix
Óleo sobre lienzo
Museo de Louvre, París, Francia.

Fueron veintidós, dice la crónica.
Diecisiete varones, tres mujeres,
dos niños de miradas aleladas,
setenta y tres disparos, cuatro credos,
tres maldiciones hondas, apagadas,
cuarenta y cuatro pies con sus zapatos,
cuarenta y cuatro manos desarmadas,
un solo miedo, un odio que crepita,
y un millar de silencios extendiendo
sus vendas sobre el alma mutilada.

Piedad Bonnet (Colombia, 1859). 

jueves, 25 de febrero de 2016

Juan de Dios Peza. Reír llorando.

Clown
Georges Rouault
Óleo sobre tela
MoMa, Museo de Arte Moderno de Nueva York, Estados Unidos.

Viendo a Garrik —actor de la Inglaterra—
el pueblo al aplaudirlo le decía:
«Eres el más gracioso de la tierra
y el más feliz...»


                                 Y el cómico reía.


Víctimas del spleen, los altos lores,
en sus noches más negras y pesadas,
iban a ver al rey de los actores
y cambiaban su spleen en carcajadas.


Una vez, ante un médico famoso,
llegóse un hombre de mirar sombrío:
«Sufro —le dijo—, un mal tan espantoso
como esta palidez del rostro mío.


»Nada me causa encanto ni atractivo;
no me importan mi nombre ni mi suerte
en un eterno spleen muriendo vivo,
y es mi única ilusión, la de la muerte».


—Viajad y os distraeréis.
                                              — ¡Tanto he viajado!
—Las lecturas buscad.
                                          —¡Tanto he leído!
—Que os ame una mujer.
                                                —¡Si soy amado!
—¡Un título adquirid!
                                      —¡Noble he nacido!
—¿Pobre seréis quizá?
                                          —Tengo riquezas
—¿De lisonjas gustáis?
                                          —¡Tantas escucho!
—¿Que tenéis de familia?
                                              —Mis tristezas
—¿Vais a los cementerios?
                                                —Mucho... mucho...

—¿De vuestra vida actual, tenéis testigos?
—Sí, mas no dejo que me impongan yugos;
yo les llamo a los muertos mis amigos;
y les llamo a los vivos mis verdugos.


—Me deja —agrega el médico— perplejo
vuestro mal y no debo acobardaros;
Tomad hoy por receta este consejo:
sólo viendo a Garrik, podréis curaros.


—¿A Garrik?
                        —Sí, a Garrik... La más remisa
y austera sociedad le busca ansiosa;
todo aquél que lo ve, muere de risa:
tiene una gracia artística asombrosa.

—¿Y a mí, me hará reír?
                                              —¡Ah!, sí, os lo juro,
él sí y nadie más que él; mas... ¿qué os inquieta?
—Así —dijo el enfermo— no me curo;
¡Yo soy Garrik!... Cambiadme la receta.


                        * * *

¡Cuántos hay que, cansados de la vida,
enfermos de pesar, muertos de tedio,
hacen reír como el actor suicida,
sin encontrar para su mal remedio!


¡Ay! ¡Cuántas veces al reír se llora!
¡Nadie en lo alegre de la risa fíe,
porque en los seres que el dolor devora,
el alma gime cuando el rostro ríe!


Si se muere la fe, si huye la calma,
si sólo abrojos nuestra planta pisa,
lanza a la faz la tempestad del alma,
un relámpago triste: la sonrisa.


El carnaval del mundo engaña tanto,
que las vidas son breves mascaradas;
aquí aprendemos a reír con llanto
y también a llorar con carcajadas.

Juan de Dios Peza (México 1852 – 1910)

miércoles, 24 de febrero de 2016

Gonzalo Rojas. Qedeshím Qedeshóth.

Astarté Siríaca
Dante Gabriel Rossetti
Óleo sobre lienzo
Galería de arte de Mánchester, Reino Unido.

Mala suerte acostarse con fenicias, yo me acosté
con una en Cádiz bellísima
y no supe de mi horóscopo hasta
mucho después cuando el Mediterráneo me empezó a exigir
más y más oleaje; remando
hacia atrás llegué casi exhausto a la
duodécima centuria: todo era blanco, las aves,
el océano, el amanecer era blanco.

Pertenezco al Templo, me dijo: soy Templo. No hay
puta, pensé, que no diga palabras
del tamaño de esa complacencia. 50 dólares
por ir al otro Mundo, le contesté riendo; o nada.
50, o nada. Lloró
convulsa contra el espejo, pintó
encima con rouge y lágrimas un pez: -Pez,
acuérdate del pez.

Dijo alumbrándome con sus grandes ojos líquidos de
turquesa, y ahí mismo empezó a bailar en la alfombra el
rito completo; primero puso en el aire un disco de Babilonia y
le dio cuerda al catre, apagó las velas: el catre
sin duda era un gramófono milenario
por el esplendor de
la música; palomas, 
de repente aparecieron palomas.

Todo eso por cierto en la desnudez más desnuda con
su pelo rojizo y esos zapatos verdes, altos, que la
esculpían marmórea y sacra como
cuando la rifaron en Tiro entre las otras lobas
del puerto, o en Cartago
donde fue bailarina con derecho a sábana a los
quince; todo eso.

Pero ahora, ay, hablando en prosa se
entenderá que tanto
espectáculo angélico hizo de golpe crisis en mi
espinazo, y lascivo y
seminal la violé en su éxtasis como
si eso no fuera un templo sino un prostíbulo, la
besé áspero, la
lastimé y ella igual me
besó en un exceso de pétalos, nos
manchamos gozosos, ardimos a grandes llamaradas
Cádiz adentro en la noche ronca en un
aceite de hombre y de mujer que no está escrito
en alfabeto púnico alguno, si la imaginación de la
imaginación me alcanza.

Qedeshím qedeshóth*, personaja, teóloga
loca, bronce, aullido
de bronce, ni Agustín
de Hipona que también fue liviano y
pecador en África hubiera
hurtado por una noche el cuerpo a la
diáfana fenicia. Yo
pecador me confieso a Dios.


*En fenicio, cortesana del templo.

Gonzalo Rojas, (Chile, 1916 - 2011).

martes, 23 de febrero de 2016

Rodrigo Lira. Ars poétique.

Escritura Ultramar
Amelia Errázuriz
Técnica mixta
MOCCA, El Museo de Arte Chileno Contemporáneo (www.mocca.cl)

para la galería imaginaria

Que el verso sea como una ganzúa
Para entrar a robar de noche
Al diccionario a la luz
De una linterna
                        sorda como
Tapia
            Muro de los Lamentos
Lamidos
            Paredes de Oído!
            cae un Rocket pasa un Mirage
            los ventanales quedaron temblando
Estamos en el siglo de las neuras y las siglas
                                                y las siglas
son los nervios, son los nervios
El vigor verdadero reside en el bolsillo
                                        es la chequera
El músculo se vende en paquetes por Correos
la ambición
                  no descansa la poesía
                                        está c
                                            ol
                                                g
                                                    an
                                                        do
en la dirección de Bibliotecas Archivos y Museos en Artí
culos de lujo, de primera necesidad,
            oh, poetas! No cantéis
a las rosas, oh, dejadlas madurar y hacedlas
mermelada de mosqueta en el poema



El Autor pide al Lector diScurpas por la molestia (Su Propina es Mi suerdo)

Rodrigo Lira (Chile, 1945 – 1981). 

lunes, 22 de febrero de 2016

Elizabeth Neira Calderón. Militante ejemplar.

Desnudo

Nelson Maglio Olate Figueroa

Óleo sobre tela
MOCCA, El Museo de Arte Chileno Contemporáneo (www.mocca.cl)

Nosotras,
Bellas sirenas aullando en la noche fresca de nuestra juventud de oro,
Tetas como la leche y mirada al borde del desmayo.
Amantes perfectas de kermesse de colegio de monja.
Sólo besos,
vigilados por las palmeras y la mirada de los papis
Los manoseos vendrán después.
Pero entonces,
parecíamos confites recién hechos por la abuela,
Humeando olores dulces en bandeja de plata,
El baile era nuestro y una horda de príncipes babosos mosqueaban alrededor.

El pololeo largo como la mejor de las latas,
Luego campanitas nupciales en nuestra ventana,
tañidas por los papis,
Nosotras,
ahora, depiladas, encremadas con menjunjes carísismos
Y el sexo encintado igual que el bizcocho de novios,
Y tantos regalos,
Al fin el refrigerador de cien puertas
La vida en rosa catálogo,
Y nosotras,
ahora rubias,
prolijamente corregidas,
Militantes ejemplares del proyecto mayor.

Pero...
¿En qué momento nos convertimos en estos animales estragados?
que caminan a empellones por las calles
premunidas de bolsas como cañones por los flancos,
feroces, económicas, gastronómicas,
cosméticas, maternas, carcelarias.

¿Cómo llegamos a convertirnos en esta especie de reptiles horribles, que castran a sus machos y devoran a sus crías?,

Desde algunos años
el olor a fracaso se perpetúa en las paredes color pastel de la casa,
en cada hebra de las cortinas,
en el tapiz de las sillas,
como un guiso mal hecho.
El fracaso,
partiendo las biografías,
para su mejor embalaje,
lo mismo que las sandías,
condenadas por su exuberancia
a vivir cuadradas en las bodegas de los barcos japoneses.

Como una carpa de circo,
Nos derrumbamos con muy poca dignidad y con mucho estruendo.

Entonces vamos al carnicero y le pagamos una tonelada de dinero para que nos faene.
Un corte por aquí, otro para allá.
Y luego hablamos de eso o de cualquier otra cosa,
porque desde hace tiempo
no hacemos más que sonar.
Nuestras lenguas sufren
constantes espasmos y convulsiones,
no se puede estar quieta.
Sonamos fuerte,
como antes nuestros catres,
Vibramos el día entero
juntando vocales y consonantes,
Agotado el espectro de sonidos humanos, croamos, balamos, ladramos, piamos, gruñimos y compramos.
Compramos como condenadas a muerte,
También comemos y algunas todavía vomitan después.

Pero sobre todo
vigilamos, controlamos, nos entrometemos, nos infiltramos, asfixiamos finamente
con manos impecables de manicure.

Elizabeth Neira Calderón (Chile, 1973)

domingo, 21 de febrero de 2016

Darío Jaramillo Agudelo. Yo huelo a ti.

Flores del prado
John White Alexander
Óleo sobre tela
Colección privada


Yo huelo a ti.
Me persigue tu olor, me persigue y me posee.
No es este olor un perfume sobrepuesto sobre ti,
no es el aroma que llevas como una prenda más:
es tu olor más esencial, tu halo único.
Y cuando, ausente, mi vacío te convoca,
una ráfaga de ese aliento me llega del lugar más tierno de la noche.
Yo huelo a ti
y tu olor me impregna después de estar juntos en el lecho, 
y ese fino aroma me alimenta,
y ese aliento esencial me sustituye.
Yo huelo a ti.

Darío Jaramillo Agudelo (Colombia, 1947)

sábado, 20 de febrero de 2016

Oscar Castro Zúñiga. Muerte de Alfonsina Storni (de Viaje del alba a la noche).

 Mujer saliendo del mar
Benito Rebolledo Correa
Óleo sobre tela
Senado de la República de Chile

1. El llamado

Todos los barcos perdidos
tocaban negras sirenas,
cuando Alfonsina se erguía,
sola, entre el mar y la tierra.
El Atlántico soplaba
su caracol de tormentas.
Mil capitanes fantasmas,
las manos en las viseras,
surgían ante Alfonsina,
rígidos, sobre cubierta:
en sus pechos transparentes
el cielo ponía estrellas;
bajo sus cuencas profundas
la noche se anocheciera.
“Te aguardamos, Capitana
-con voz de vientos dijeran-;
falta nos hacen tus ojos
para ver en las tinieblas.
Perdidos vamos, y mudos,
por un país de salmuera.
la Cruz del Sur te daremos
por insignia marinera”.
Alfonsina estaba sola
sobre las rocas enhiestas.
El llamado galopaba
por el latir de sus venas.
El viento la ve avanzar
y aúlla por detenerla.
Caminos de espacio fresco
recorre un segundo apenas.
Y luego, el mar en sus ojos,
el mar en su cabellera;
el mar mojando sus pechos,
subiendo por sus caderas;
el mar para conservarla,
cerrando sus verdes puertas.
Alfonsina está en el mar,
isla menuda y eterna.

2. AIfonsina en el mar

En mensaje de magnolias
la espuma fue a la ribera.
Con luz de lámparas verdes
el mar alumbró la fiesta.
(Fiesta del agua que se abre,
fiesta de un cuerpo que llega).
Peces de escamas fulgentes
guiaron a la viajera.
Ostras abrieron sus cofres
repletos de grandes perlas.
Rojos corales cantaron
pregones de sangre fresca.
Sonámbula va Alfonsina
por calles mudas y quietas.
El agua lustra el asombro
de sus pupilas abiertas.
El mar agita las frágiles
algas de su cabellera.
Hondo país de silencio,
país de rosas secretas,
de misteriosas ciudades,
de altas paredes siniestras;
dársena definitiva
de las perdidas goletas;
joyel de las maravillas
que nunca tuvo la tierra.
AIfonsina con sus manos
abrió la invisible puerta.
El mar la tuvo por fin,
después de siglos de espera.
El mar que para llamarla
pulsó guitarras de ausencia.
Novia del mar, Alfonsina,
el mar está poseyéndola.

3. EI retorno

Un ángel que se inclina, doblando la cerviz,
y el cuerpo de Alfonsina sobre la playa gris.

Nada más. El océano, su profundo latir,
y el pulso de Alfonsina sin poderlo seguir.

Un claror tiritaba sobre rosas de frío.
La barca de Alfonsina por un lejano río ...

Iba llegando el alba, 1ento.barco de malva.
El cuerpo de Alfonsina era blanco en el alba.

No sería más blanco un almendro polar
que Alfonsina vestida con espuma de mar.

Sobre celestes plumas, la cabeza de Dios
se despertó: Alfonsina, sin mirada y sin voz,

atrajo hacia la tierra su profunda pupila.
Y dijo Dios: “Por fin solitaria y tranquila,

tú, la sufriente, estás, ancla sin su navío.
La piel del infinito siente tu calofrío”.

Junto al cuerpo yacente pusiéronse a rezar
el ángel de la aurora y el centauro del mar.

Y Alfonsina sentía, su alta sien en el cielo,
un translúcido soplo de planetas en vuelo.

iY más allá de todo, más allá de ese soplo,
Dios esculpía estrellas con un celeste escoplo!


Oscar Castro Zúñiga (Chile, 1910 – 1947).

viernes, 19 de febrero de 2016

Leopoldo de Luis. Patria de cada día.

Mural
Brigada Ramona Parra
Acrílico sobre muro
 Sala de espera de Urgencia, Hospital del Trabajador, Santiago, Chile.

Cada uno en el rumor de sus talleres  
a diario la patria se fabrica.  
El carpintero la hace de madera  
labrada y de virutas amarillas.  
El albañil de yeso humilde y blanco   
como la luz. El impresor de tinta  
que en el sendero del papel se ordena  
en menudas hormigas.  
De pan y de sudor oscuro el grave  
campesino. De fría  
plata humeante y relente  
el pescador. El leñador de astillas  
con forestal aroma cercenada.  
De hondas vetas sombrías  
el minero. De indómitas verdades  
y hermosura, el artista.  
Cada uno hace la patria  
con lo que tiene a mano: la sumisa  
herramienta, los vivos materiales  
de su quehacer, un vaho de fatiga,  
una ilusión de amor, y en fin, la rosa  

de la esperanza, aun en la sonrisa.

Leopoldo de Luis (España, 1918 – 2005).

jueves, 18 de febrero de 2016

Juana de Ibarbourou. Rebelde.

Caronte y Psique
John Roddam Spencer Stanhope
Óleo sobre lienzo
Colección privada


Caronte: yo seré un escándalo en tu barca.
Mientras las otras sombras recen, giman o lloren,
y bajo sus miradas de siniestro patriarca
las tímidas y tristes, en bajo acento, oren,

yo iré como una alondra cantando por el río
y llevaré a tu barca mi perfume salvaje
e irradiaré en las ondas del arroyo sombrío
como una azul linterna que alumbrara en el viaje.

Por más que tú no quieras, por más guiños siniestros
que me hagan tus dos ojos, en el terror maestros,
Caronte, yo en tu barca seré como un escándalo.

Y extenuada de sombra, de valor y de frío,
cuando quieras dejarme a la orilla del río,
me bajarán tus brazos cual conquista de vándalo.

Juana de Ibarbourou (Uruguay, 1892 – 1979).