Pintura y poesía

Pintura y poesía

sábado, 30 de abril de 2016

Silvia Rodríguez Bravo. Antifaz innecesario.

Dos mujeres corriendo en la playa - La carrera (1922)
Pablo Picasso
Óleo sobre aglomerado
Museo Nacional Picasso, París, Francia.

Esta es mi máscara. Mujer de esfuerzo y porfía.
Porfiada, testaruda como tronco de álamo.

Esta es mi máscara, Venus doméstica, cotidiana
pariendo versos, limpiando historia, muebles,
sacudiendo estrellas antes que la noche se prenda.

Esta es mi máscara, perra que a solas
Corta el cordón umbilical
Donde nacen fantasmas y pesadillas.

Esta es mi máscara, hembra simple. Quebrada.
Reconstituida. Ignorada. Reconstituida. Hecha mierda.
Reconstituida gracias a estas rodillas que codo a codo
han sabido encontrar Puerta.

Esta es mi máscara, partera de pueblo,
Provinciana de talones partidos
con olor a sauce y ruido de reguero
torso polvoriento entre matas de toronjil
y otras hiervas milenarias.

Esta es mi máscara, mujer magma. A la antigua usanza.
Habitual escribidora. Eterna respiradora de noches seráficas.
Carne pálida entreverada con la memoria
Mujer al fin, cruzando espejos donde las máscaras
No existen.
No se conocen.
No sirven.

Silvia Rodríguez Bravo (Chile). 

viernes, 29 de abril de 2016

Fermín Herrero. Por una burra me vendieron...

El niño con un burro
Emilio Caraffa (Argentina, 1863 - 1939)
Acuarela sobre papel

Por una burra me vendieron, allá
sobre el año cincuenta, sólo le parecía
mal a la maestrilla. Y qué. En casa éramos
muchas bocas, demasiadas. En el pueblo
no queda ni una en pie, ahora, qué murria
cuando vuelvo. El destrozo y el desamparo estaban
ya entre nosotros. A mis padres, que en paz
descansen, no les guardo inquina, entonces era
así. Sé que lo hicieron por mi bien. Mis hijos
no me creen, los pobres, por una burra me cambiaron

De La Gratitud, 2015.


Fermín Herrero (España, 1963).

jueves, 28 de abril de 2016

Pablo Neruda. Romance de Los Carrera.

Los últimos momentos del general José Miguel Carrera (1873 - 1877)
Juan Francisco González (Chile, 1853 - 1933)
Óleo sobre lienzo
Colección del Banco de Chile, Santiago, Chile.

Para saber y contar
esta historia verdadera,
la tendremos que llorar;
no hay otra más lastimera,
no hay otra tan deslumbrante
en toda la Patria entera
como la historia enlutada
de los hermanos Carrera.

Príncipe de los caminos,
hermoso como un clavel,
embriagador como el vino
era don José Miguel.
Una descarga en su pecho
abrió un manantial morado.
Pasan y pasan los años;
la herida no se ha cerrado.

¿Quién fue el primero que dijo
"Libertad en nuestra tierra,
sin reyes y sin tiranos"?
Don José Miguel Carrera.
Tarde, triste de Mendoza,
conducidos por su suerte,
uno por uno llegaron

los hermanos a la muerte.

Pablo Neruda (Chile, 1904 – 1973). 


1971

miércoles, 27 de abril de 2016

Benjamín Prado. IX - Conduciendo bajo la lluvia... (de "Asuntos personales")

Completamente detenidos (2008)
Gregory Thielker (Nueva Jersey, Estados Unidos, 1979)
Proyecto "Bajo el cielo descuidado"
Óleo sobre lienzo

Conduciendo bajo la lluvia,
la luna es del color de los coches que pasan.
Atrás queda el pequeño
hotel de carretera junto a un bosque.
Conduciendo bajo la lluvia,
en los jardines públicos brillan ángeles fríos.
Atravesando calles
tranquilas,
soledad edificada.
Conduciendo de vuelta hacia nosotros mismos.
La última frontera es nuestro corazón.

Benjamín Prado (España, 1961).

martes, 26 de abril de 2016

Alexis Díaz-Pimienta. De los ojos de un niño.

Vuelo en Arte Popular
Renie Britenbucher
North Canton, Ohio, Estados Unidos.

De los ojos de un niño despegan los aviones.
Si cerrase los ojos caerían.
Sólo su asombro los mantiene en vilo,
su manita los alza,
su corazón los mueve y los aleja.
Sin un niño pegado a los cristales,
a las altas barandas de una terraza adulta,
morirían de horror los aeropuertos.
Un niño nunca podría decir la palabra "aeronáutica"
pero de él dependerá la imitación del pájaro.
Un niño no sabrá calcular las distancias
pero es la garantía del retorno.
Cada aeropuerto debe tener un niño pegado a los cristales,
junto a los altavoces, donde quiera que el miedo
se agazape.
Gracias a él tardará menos lágrimas el regreso de todos,
dolerá menos besos el adiós de las madres,
las azafatas podrán prescindir de advertencias insulsas.

Un avión en el aire
son muchos niños mirando al horizonte.


Alexis Díaz-Pimienta (Cuba, 1966). 

lunes, 25 de abril de 2016

Jorge Teillier. Carta de lluvia.

 
El aguacero
Julio Escamez (Chile, 1824 - 2015)
Óleo sobre tela


Si atraviesas las estaciones
conservando en tus manos
la lluvia de la infancia que debimos compartir
nos reuniremos en el lugar
donde los sueños corren jubilosos
como ovejas liberadas del corral
y en donde brillará sobre nosotros
la estrella que nos fuera prometida.

... Pero ahora te envío esta carta de lluvia
... que te lleva un jinete de lluvia
... por caminos acostumbrados a la lluvia.

Ruega por mí, reloj,
en estas horas monótonas como ronroneos de gatos.
He vuelto al lugar que hace renacer
La ceniza de los fantasmas que odio.
Alguna vez salí al patio
a decirle a los conejos
que el amor había muerto.
Aquí no debo recordar a nadie.
Aquí debo olvidar los aromos
porque la mano que cortó aromos
ahora cava una fosa.

El pasto ha crecido demasiado.
En el techo de la casa vecina
se pudre una pelota de trapo
dejada por un niño muerto.
Entre las tablas del cerco
me vienen a mirar rostros que creía olvidados.
Mi amigo espera en vano que en el río
centellee su buena estrella.

Tú, como en mis sueños vienes
atravesando las estaciones,
con las lluvias de la infancia
en tus manos hechas cántaro.
En el invierno nos reunirá el fuego
que encenderemos juntos.
Nuestros cuerpos harán las noches tibias
como el aliento de los bueyes
y al despertar veré que el pan sobre la mesa
tiene un resplandor más grande que el de los planetas enemigos
cuando lo partan tus manos de adolescente.

... Pero ahora te envío una carta de lluvia
... que te lleva un jinete de lluvia
... por caminos acostumbrados a la lluvia.

Jorge Teillier (Chile, 1935 – 1936). 

domingo, 24 de abril de 2016

Gioconda Belli. Ahuyentemos el tiempo, amor...

Ausencia (2006)
Norma Bessouet (Argentina, 1947)
Óleo sobre lienzo sobre panel
www.normabessouet.com

Ahuyentemos el tiempo, amor,
que ya no exista;
esos minutos largos que desfilan pesados
cuando no estás conmigo
y estás en todas partes
sin estar pero estando.
Me dolés en el cuerpo,
me acariciás el pelo
y no estás
y estás cerca,
te siento levantarte
desde el aire llenarme
pero estoy sola, amor,
y este estarte viendo
sin que estés,
me hace sentirme a veces
como una leona herida,
me retuerzo
doy vueltas
te busco
y no estás
y estás
allí
tan cerca.

Gioconda Belli (Nicaragua, 1948). 

sábado, 23 de abril de 2016

Armando Uribe Arce. No te amo...

 Celos (1895)
Edvard Much (Noruega, 1863 - 1944)
Óleo sobre lienzo
Museo de Srte de Bergen, Colección Rasmus Meyer, Bergen, Noruega. 

No te amo, amo los celos que te tengo,
son lo único tuyo que me queda,
los celos y la rabia que te tengo,
hidrófobo de ti  me ahogo en vino.

No te amo, amo mis celos, esos celos
son lo único tuyo que me queda.
Cuando desaparezca en esos cielos
de odio te ladraré porque no vienes.

Armando Uribe Arce (Chile, 1933)

viernes, 22 de abril de 2016

Wystan Hugh Auden. I. (Funeral Blues, from Two songs for Hedli Anderson). I. (Blues de un funeral, de dos canciones para Hedli Anderson).

El amor y la muerte (1885-7)George Frederick Watts (Reino Unido, 1817 - 1904)
Óleo sobre lienzo
Galería Nacional de Arte Británico y Arte Moderno (Tate), Londeres, Reino Unido.

Stop all the clocks, cut off the telephone,
Prevent the dog from barking with a juicy bone,
Silence the pianos and with muffled drum
Bring out the coffin, let the mourners come.

Let aeroplanes circle moaning overhead
Scribbling on the sky the message He Is Dead,
Put crêpe bows round the white necks of the public
    doves,
Let the traffic policemen wear black cotton gloves.

He was my North, my South, my East and West,
My working week and my Sunday rest,
My noon, my midnight, my talk, my song;
I thought that love would last for ever: I was wrong.

The stars are not wanted now: put out every one;
Pack up the moon and dismantle the sun;
Pour away the ocean and sweep up the wood.
For nothing now can ever come to any good.


Dos canciones para Hedli Anderson


I. (Funeral Blues)

Parad todos los relojes, cortad los teléfonos,
Impedid, con un jugoso hueso, que el perro ladre,
Callad los pianos y, con un apagado tamborileo,
Mostrad el ataúd, dejad que las plañideras se acerquen.

Que los aviones hagan círculos, gimoteando, sobre nosotros,
Garabateando por el cielo el mensaje: Ha muerto,
Poned crespones en los cuellos blancos de las palomas,
Dejad que los guardias de tráfico porten guantes de algodón negros.

El fue mi Norte, mi Sur, mi Este y mi Oeste,
Mi semana de trabajo y mi descanso de domingo,
Mi amanecer, mi medianoche, mi voz, mi canción;
Pensaba que el amor duraría siempre: estaba equivocado.

No se desean ahora estrellas: apagadlas una a una;
Olvidaos de la luna y desmantelad el sol;
Lejos verted el océano y barred el bosque.
Pues ahora de ninguna manera pueden traer nada bueno.



Traducción de Ángel Manuel Gómez Espada

Wystan Hugh Auden (Reino Unido/Estados Unidos, 1907 – 1973).

jueves, 21 de abril de 2016

Ángela Vallvey. Finales de partida.

En la ventana
Carl Holsoe
Óleo sobre lienzo

Partiré junto a ti.
Mis daños son las flores
de un pequeño cerezo
que crece con el alba.

Le lanzaré flechas, si declina,
a la tarde.
Pagaré los tributos de los ríos
con mil piedras preciosas
arrojadas al agua.

No volveré a mi tierra,
a la estancia de jade
de la noche.

Vendrá la lluvia de puntillas.
Iniciarán su vuelo
las aves que devora
esa melancolía
que estremece a los vivos.

Interpretaré
los sueños de los tigres
que gozan en la hierba.

Atizaré la hoguera de los astros
con mis dedos
de sándalo.

Mientras talo el dolor
del árbol de mi cuerpo,
rama a rama,
yo partiré contigo.
Sin armas, sin escudo,
sin otro ejército
que mi afligido corazón,
ribazo del estanque
de una tristeza sin regreso.

Ángela Vallvey (España, 1964)

miércoles, 20 de abril de 2016

Juan Eduardo Cirlot. A Gaudí.

Templo expiatorio de la Sagrada Familia
Antoni Gaudí
Barcelona, España.

Relámpago de carne hecha de roca,
gesto de invocación incorporada;
anciano de cristal cuya mirada
parece un girasol de doble boca.

En tu oración la luz se ha vuelto loca
llena de mansedumbre exasperada;
y una tormenta azul, paralizada
se postra a ese alarido que convoca.

Tu arquitectura gime como un bosque
crucificado en furia que no mengua
bajo las destrucciones cenitales.

Yo pido a ese sarmiento que me enrosque
con brasas y zafiros esta lengua
de pecados y cantos capitales.

Juan Eduardo Cirlot (España, 1916 – 1973). 

martes, 19 de abril de 2016

Darío Jaramillo Agudelo. Recuerdo solamente que he olvidado…

Niños trepando a un árbol (1791 - 1792)
Francisco de Goya (España, 1746 - 1828)
Óleo sobre lienzo
Museo del Prado, Madrid, España.

Recuerdo solamente que he olvidado el acento de las más amadas voces,
y que perdí para siempre el olor de las frutas de la infancia,
el sabor exacto del durazno,
el aleteo del aire frío entre los pinos,
el entusiasmo al descubrir una nuez que ha caído del nogal.
Sortilegios de otro día, que ahora son apenas letanía incolora,
vana convocatoria que no me trae el asombro de ver un colibrí entre mi cuarto,
como muchas madrugadas de mi infancia.
¿Cómo recuperar ciertas caricias y los más esenciales abrazos?
¿Cómo revivir la más cierta penumbra, iluminada apenas con la luz de los Beatles,
y cómo hacer que llueva la misma lluvia que veía caer a los trece años?
¿Cómo tornar al éxtasis de sol, a la luz ebria de mis siete años, 
al sabor maduro de la mora, 
a todo aquel territorio desconocido por la muerte, 
a esa palpitante luz de la pureza, 
a todo esto que soy yo y que ya no es mío?

Darío Jaramillo Agudelo (Colombia, 1947). 

lunes, 18 de abril de 2016

Octavio Paz. Refutación de los espejos.

Retrato de Lezama (1838)
Jorge Arche Silva (1905 - 1956)
Óleo sobre tela
Casa Museo José Lezama Lima, La Habana, Cuba. 

Nunca nos vimos, yo le enviaba mis libros y él los suyos, nos escribíamos a veces, nos tratamos siempre de usted. 
 Leí su nombre por primera vez, hace más de cincuenta años, en Espuela de plata, hoja de poesía.
 ¿A quién espoleaba esa espuela? Caballito de palo, caballo de ajedrez, caballito del diablo, veloz zumbido azul montado por un jinete que segaba jardines de tinta con un largo silbido.
 El jinete desmontó y, alzando el yelmo de yedra, descubrió un rostro hecho de catorce letras: yo vi, entre los chopos líquidos de las eles y los montes magnéticos de las emes, rodeado de vocales -sólo faltaba la u, caracol de la melancolía, ciervo enamorado de la luna- a José Lezama Lima, apoyado en su vara políglota, pastor de imágenes.
 Me mostró un pobre cemento de corazón de león y me dijo:a un puente, un gran puente, no se le ve.
 Desde entonces cruzo puentes que van de aquí a allá, de nunca a siempre, desde entonces, ingeniero de aire, construyó el puente inacabable entre lo inaudible y lo invisible.
 Nos tratábamos de usted pero ahora, al leer en xerox el manuscrito de Fragmentos a su Imán, lo tuteo.
 Tú no me oyes ya, tú eres silencio más allá de sentido y sin sentido, tú estás más acá de silencio y de ruido, no obstante, puesto que has escrito: sólo existen el bien y la ausencia, tú existes y te tuteo.
 Si el Agua Ígnea demuestra que la imagen existió antes que el hombre, tú eres ya tu Imagen.
 Has vuelto a ser lo que fuiste antes de ser José Lezama Lima: el bien y la ausencia en una sola imagen.
 Tú dices que lo lúdico es lo agónico y yo digo que lo lúdico es lo lúcido y por eso, en este juego de las apariciones y las desapariciones que jugamos sobre la tierra, en este ensayo general del Fin del Mundo que es nuestro siglo, te veo:
 estás sentado en una silla hecha de una sola nube de metal polisemio arrancado a la avaricia del diccionario, y tus ojos contemplan tu poema -¿o es tu poema el que contempla las visiones de tus ojos?- sea lo uno o lo otro, te veo: teatro de las metamorfosis, cámara de las transformaciones, templo del triple Hermes.
 Por tu cuerpo corren las substancias enamoradas de su forma, giran los elementos en busca de su imagen, perpetuas revoluciones del lenguaje que sólo habita la forma que inventa para devorarla y seguir girando.
 Sí, tú eres la gran boa de la poesía de nuestra lengua que al enroscarse en sí misma se incendia y al incendiarse asciende como el carro de llamas del profeta y al tocar el ombligo del cielo se precipita como el joven Faetonte, el avión fulminado del Sueño de Sor Juana.
 Sí, tú eres el pájaro que perfecciona el diccionario y que plantado sobre la piedra de las etimologías, canta -¿y qué dice su canto?, dice: cúacúa cúacúa- lo lúcido es lo lúdico y lo lúdico es lo agónico.
 Sí, tú eres, como el gato de la bruja de Michelet, el lugarteniente de los participios en la noche llena de esdrújulos.
 Sí, tú eres el guardián del Spermatikos Logos y lo preservas, como tu maestro Carpócrates, de la tiranía del cosmócrata.
 Los espejos repiten al mundo pero tus ojos lo cambian: tus ojos son la crítica de los espejos: creo en tus ojos.
 Aunque no esperas a nadie, insistes en que alguien tiene que llegar: ¿alguien o algo, quién o qué?
 Preguntas al muro y el muro no responde y tú rascas al muro hasta que sangra y muestra su vacío: ya tienes lacompañía insuperable, el pequeño hueco donde caben tú y tus Obras Completas y tus fantasmas.
 Ese Agujero no es el espejo que devuelve tu imagen: es el espejo que te vuelve Imagen, aquel o aquello que fuiste antes de ser José Lezama Lima, pastor entre fuentes de eles y colinas de emes.
 Ya entraste en el espejo que camina hacia nosotros, el espejo vacío de la poesía, contradicción de las contradicciones, ya estás en la casa de las semejanzas, ya eres, a los pies del Uno, sin cesar de ser otro, idéntico a ti mismo.
 José Lezama Lima: qué pocos son capaces de pedir, como tu amigo Víctor Manuel, un regalo para regalarlo.
 Yo lo he imitado y te pedí un manojo de frases: te las regalo para que te reconozcas -no como el que escribió esas frases sino como aquel-tú-mismo en que ellas te han convertido.

Octavio Paz (México, 1914 – 1998). 


1990

domingo, 17 de abril de 2016

José Lezama Lima. Octavio Paz.

Octavio Paz (2000)
Ángel Mateo Charris (España, 1962)
Óleo sobre lienzo
Galería de retratos de los Premios Cervantes, Biblioteca Nacional de España, Madrid, España.

En el chisporroteo del remolino
el guerrero japonés pregunta por su silencio,
le responden, en el descenso a los infiernos,
los huesos orinados con sangre
de la furiosa divinidad mexicana.
El mazapán con las franjas del presagio
se iguala con la placenta de la vaca sagrada.

El Pabellón de la vacuidad oprime una brisa alta
y la convierte en un caracol sangriento.
En Río el carnaval tira de la soga
y aparecemos en la sala recién iluminada.
En la Isla de San Luis la conversación,
serpiente que penetra en el costado como la lanza,
hace visible las farolas de la ciudad tibetana
y llueve, como un árbol, en los oídos.

El murciélago trinitario,
extraño sosiego en la tau insular,
con su bigote lindo humeando.
Todo aquí y allí en acecho.

Es el ciervo que ve en las respuestas del río
a la sierpe, el deslizarse naturaleza
con escamas que convocan el ritmo inaugural.
Nombrar y hacer el nombre en la ceguera palpatoria.
La voz ordenando con la máscara a los reyes de Grecia,
la sangre que no se acostumbra a la tenaza nocturnal
y vuelve a la primigenia esfera en remolino.

El sacerdote, dormido en la terraza,
despierta en cada palabra que flecha
a la perdiz caída en su espejo de metal.
El movimiento de la palabra
en el instante del desprendimiento que comienza
a desfilar en la cantidad resistente,
en la posible ciudad creada
para los moradores increados, pero ya respirantes.
Las danzas llegaron con sus disfraces
al centro del bosque, pero ya el fuego
había desarraigado el horizonte.

La ciudad dormida evapora su lenguaje,
el incendio rodaba como agua
por los peldaños de los brazos.
La nueva ondenanza indescifrable
levantó la cabeza del náufrago que hablaba.
Sólo el incendio espejeaba
el tamaño silencioso del naufragio.


José Lezama Lima (Cuba, 1910 – 1976). 

sábado, 16 de abril de 2016

Roberto Themis Speroni. Es natural que dios se comunique...

La creación de Adán (1511)
Miguel Ángel (1475 - 1564)
Fresco
Capilla Sixtina, Roma, Ciudad del Vaticano.

Es natural que Dios se comunique
con mi melancolía; que comparta
mi pan, mi techo aciago y que me ofrende,
de vez en cuando, un búho, una botella,
una hoja de menta, un libro viejo
escrito sobre un vidrio de colores.

Es natural que llegue sin anuncio,
definido y abierto como un árbol,
y que se instale cerca de la leña
desatada en crujidos ardorosos
sin dirigirme nunca la palabra,
alto y ritual, hermoso como un sable.

Suele irritarme su actitud, la espera
brillante de sus ojos, la implacable
actividad oculta de sus manos
quemadas por dos vírgulas de hierro.
Yo soy un hombre y Él lo sabe. Tengo
arrebatos de hombre, no de insecto,
ni dulzura animal para mis actos
manejados por turbia inteligencia.


Arrojo el vino. Tiro de la mesa
los mendrugos, las moscas, los papeles;
tenso mis antebrazos, crispo el nervio
más hondo, y con rudeza lo fustigo,
lo invito a que se mida con mi angustia
crecida en los confines de su obra.
No responde. Se ubica acomodando
su codo en la madera, y sin testigos,
pulseamos al igual que dos labriegos
en honesta y tristísima disputa.

Roberto Themis Speroni (Argentina, 1922 – 1967).